Hay silencios que te persiguen toda la vida. Se te meten por dentro, te salen en dibujos, en sueños, en conversaciones sin respuestas que podrían convertirse en callejones sin salida. Hace unos años comencé a dale voz a uno de ellos. Quise conocer la historia de mi bisabuela Francisca Esquilín Donis (1881-1924).
Quise saber de dónde vengo, por qué mi abuelo materno llevó el apellido de su madre y por qué nunca la mencionaron en reuniones familiares. Lo escribo y duele. Lo escribo y siento que saco un trauma viejo del pecho. Por el color de su piel, su estatus social y porque el papá biológico de sus hijos estaba casado, ninguno de sus hijos fueron reconocido por Juan Manuel Díaz.
Saber esta información y descubrir datos de Francisca comenzó a contestar preguntas esenciales. En la búsqueda descubrí que mi bisabuela era agricultora, como yo. Supe que lavaba ropa en el río, una imagen que amo desde la infancia, que también me explica mi obsesión por la ropa tendida al sol, que no es poca cosa. Tender a la luz los secretos. Que les dé el viento y se despeje lo manchado.
El pasado jueves 21 de noviembre abrió la muestra “Los libros negros” en el Museo La Casa del Libro en el Viejo San Juan y allí está la historia de mi bisabuela, en un libro textil de catorce páginas, que resume algunos de mis hallazgos.
No es casualidad que sea un libro textil, el medio donde presento su historia. Coser es reconstruir, re-crear, transformar y hacerlo nuevo, coser es la manera rápida de ver la idea convertida en materia. Es el albergue de las mujeres rotas. Es el refugio, la vestimenta y la joyería de una sonrisa que lucha por seguir.
Coso porque vengo de una tradición de mujeres que han hilvanado desde salas, balcones y butacas familiares. Yo coso para mostrar los silencios de lo privado. Coso y descoso. Escribo y borro. Imagino el rostro de una ancestra mulata que me dice, desde las montañas de Trujillo Alto, sigue, sigue, busca más. Y en esa búsqueda encuentro ancestros en la isla de Martinica, en la calle Esquilín de Villa Palmeras y en mi conexión especial con los textiles. Rescato fotografías familiares del olvido y saco a la luz, como si fuera la ropa que se seca al sol.
“Francisca Esquilín Donis, te nombro”, es mi acto de psicomagia, para devolverle a mi bisabuela mi abrazo familiar y agradecer su legado. Aquí su bisnieta, la rescata.
Presento en la portada una imagen recreada con Inteligencia Artificial, a partir de información que tenían de mi bisabuela mis primas mayores. Todas coinciden que era una hermosa mujer negra de pelo largo. Al no tener imágenes suyas, la recreé digitalmente sin imaginar que su parecido a las tías mayores es asombroso. Esto se revela ahora, al completar el libro y comenzar a conectar con más familiares de apellido Esquilín, que se acercan y cuentan sus historias. Este viaje apenas comienza.
La muestra «Libros negros» estará disponible hasta marzo del 2025 y contó con el auspicio del programa antirracista Tiznando el país .