Lucy es una universitaria engañada por su novio para que entregue un maletín a un misterioso contacto. Entonces, la secuestran y le implantan una poderosa sustancia química, que pondrá su cerebro a funcionar al 100 por ciento. Los resultados son asombrosos.
Este es, en resumen, el argumento de la película Lucy, dirigida por Luc Besson e interpretada por Scarlett Johanson y Morgan Freeman. Al usar todo el potencial de su cerebro, Lucy desarrolla capacidades sobrehumanas.
El filme parte de un supuesto: los seres humanos utilizan solo una parte de su cerebro, en concreto, el 10 por ciento. Una idea que tendría su origen en las teorías de William James, considerado el padre de la psicología en Estados Unidos.
Una postura que, incluso, fue tergiversada por varios autores de divulgación científica y que los avances en neurociencia han dejado obsoleta. Hoy se sabe que la “parte silenciosa” del cerebro cumple un papel destacado y eso hace que, en realidad, todo el cerebro esté en funcionamiento.
¿Qué sucedería si utilizáramos el 100% de nuestro cerebro? Mitos y realidades
Un artículo de The Conversation asegura que todo nace de una tergiversación de una frase escrita por James en La energía del hombre, donde dice: “Hacemos uso solamente de una pequeña parte de nuestros posibles recursos mentales y físicos”. El mítico 10 por ciento, en tanto, aparece en el prólogo de Cómo ganar amigos e influir sobre las personas, escrito por Dale Carnegie.
El cerebro representa solo el 2% del peso de una persona, pero consume el 20% de su energía. Y lo que sucede, agrega el artículo, es que solo se conoce “una décima parte de nuestro órgano pensante, o, más bien, de cómo funciona”.
“Las neuronas componen aproximadamente el 10 % de las células nerviosas, mientras que el resto son células gliales que les dan soporte. Por eso se pensó que solo usaríamos una décima parte de nuestra capacidad cerebral”, explica The Conversation.
Los neurocientíficos tienen claras evidencias de que se usa mucho más que el 10 por ciento del cerebro. Por ejemplo, los daños cerebrales, lesiones que, de ser verdad el mito, no llegarían a afectar el funcionamiento del órgano.
Las pruebas de tomografía por emisión de positrones e imágenes por resonancia magnética funcional revelan que el cerebro sigue funcionando aun cuando dormimos (durante el sueño se consolidaría la memoria). Técnicas de mapeo, en tanto, muestran que el cerebro tiene diferentes regiones diseñadas para ejecutar distintas funciones.
Es más, gracias a mapas bastante completos del cerebro, los científicos saben que este carece de zonas sin función asignada. En mapas recientes se duplica o triplica el número de regiones cerebrales que cumplen alguna función, agrega un artículo del diario madrileño ABC. En realidad, habría unas 200 regiones cerebrales.
Si no usáramos todo nuestro cerebro, la presión evolutiva habría ido hacia una mayor utilización y no al aumento del tamaño de la corteza cerebral, tal como ha ocurrido, explican los neurólogos.
Entonces, desarrollar habilidades sobrehumanas, como hace Lucy, solo es el argumento de una película. En realidad, tal como afirmaba el malinterpretado James, lo que puede mejorarse es el uso de la capacidad intelectual. Porque todo el cerebro está en funcionamiento, día y noche.