Paloma trabaja en el hospital Comandante Pinares de San Cristóbal. Ella, mujer trans, asegura desde su experiencia, la evolución de nuestra sociedad hacia el respeto al sentir de todas y todos. Es uno de los rostros comunes en la institución de salud, la muchacha de espigada estatura, amable siempre en el trato cotidiano.
«Yo nací en San Cristóbal, aquí he hecho mi vida, me desempeño laboralmente en el hospital donde soy asistente administrativa y llevo siete años trabajando en este puesto sin ningún tipo de inconvenientes».
«He tenido una vida normal, como cualquiera. No sé en otra época, las personas que no han gozado de ese privilegio, pero yo sí. No solo aquí, en los trabajos que he tenido anteriores a este, nunca sentí algún tipo de discriminación, al contrario, me he sentido muy bien; pero mi infancia realmente no fue una infancia como la de otro niño, porque había tabúes, habían cosas que no encajaban en mí.
«Con el paso del tiempo, me fui dando cuenta, porque un niño realmente no sabe qué hace y por qué lo cuestionan. Cuando ya fui a la adolescencia, esa etapa es la más difícil, es cuando empiezan los sentimientos amorosos, ya comienzas entonces a descubrir quién eres. No me sentí discriminado por las personas cercanas, siempre tuve el apoyo de mi familia. Dejé aquel niño, dejé aquella imagen atrás y era como si nunca hubiese existido».
Paloma sonrie satisfecha y aclara de inmediato:
«Fue el vestir nada más, porque mi acción, mi proceder en la vida como tal, siempre fueron los mismos. Al cambiar mi aspecto me sentí realizada, me sentí vista ante la sociedad, porque anteriormente era como si nadie me notara».
«Ahora vivo con mi pareja desde hace 10 años, mantengo una relación estable que ha sido una buena experiencia también, porque no tenemos ningún tipo de problemas ni con vecinos, ni con familiares, con nadie; al contrario, nos llevamos maravillosamente bien.
-Y aquí en el hospital ¿cómo transcurren tus días?
«Esta es una sala pediátrica. Pudiera parecer complicado; sin embargo, los niños aprenden lo que se les enseña y se expresan de acuerdo a esas enseñanzas. Por eso ha sido lindo trabajar aquí, he tenido niños en la sala que me han regalado pelotas, que me han regalado cositas, juguetes y se han mostrado empáticos. Entonces ves esa naturalidad en ellos y es evidente que no les afecta la convivencia con una mujer trans. Es una prueba para la parte de la sociedad que aún duda, el hecho de que no hace daño a los niños este tipo de vínculos».
Con 28 años de edad sabe que la vida de otras personas transgénero no ha sido fácil y se siente afortunada de su devenir porque conoce cómo influyen en ello muchas voluntades.
«Del uno al cien, un 98% de las personas ha reaccionado de forma positiva a los últimos cambios en el país, porque se ha dado cuenta de la realidad, con todo lo que se ha hecho, con todo lo que se ha dicho, lo que se ha presentado en televisión y el resto de los medios, con todo el trabajo de Mariela Castro y el Centro Nacional de Educación Sexual (CENESEX). La colectividad ha entendido, ha entendido de muchas maneras y creo que realmente vamos a ser una sociedad mejor».
«El Código de las Familias pienso que llegó para acoger a aquellas personas que en otro momento no tenían garantías para tener formalmente ese refugio que es la familia, el hogar y tenerlas desde la legalidad. Creo que es importante resaltar que la comunidad gay es una comunidad donde somos seres humanos y en ese aspecto tan importante, todos somos iguales. Unos con unos pensamientos y preferencias, otros con necesidades diferentes.
«Además, estoy convencida de que muchos estamos dispuestos a defender todo lo conquistado por la Revolución. Yo quiero dejar claro eso, porque algunas veces descartamos la posibilidad asumir a la comunidad gay involucrada en procesos vinculados al sistema político y estamos muy conscientes de todo cuanto se ha hecho en favor de nuestros derechos y lo agradecemos.
«Yo me siento totalmente cubana, defiendo lo que soy porque esta Revolución ha hecho tanto por todo tipo de personas, no solo por ser de la comunidad gay, sino porque aprecio nuestros valores como nación, desde muchos años atrás, y creo que es lindo y necesario que la juventud de hoy, pueda mantenerlos».
El actual Código de las Familias, como para tantos, es motivo de satisfacción para esta mujer, alguien feliz tras su decisión de cambiar la apariencia con la que vino a este mundo sin vulnerar los derecho de los otros. Comprueba a diario en una sala de pediatría que a los niños no les cambia las esencias la convivencia con personas como ella, asimilan a los seres humanos como son, además de dar y recibir amor venga de donde venga.