Si algo demuestran los resultados de las recientes elecciones es cómo el pueblo puertorriqueño ha ido formando, transformando y realineando sus concepciones políticas, y tomando consciencia de su propio poder, para retomar y rescatar nuestro país de las garras de quienes quieren entregarlo y destruirlo. La resistencia, astucia, cría y voluntad de cambio de nuestra gente se manifestó de distintas maneras a lo largo de esta intensa jornada, y hay pruebas visibles de los logros alcanzados. El segundo lugar obtenido por la Alianza de País, encabezada en Puerto Rico por Juan Dalmau, y en la capital, San Juan, por Manuel Natal es una hazaña, considerando las circunstancias en que el proceso se desarrolló y los escollos que le pusieron en el camino.
Empecemos por señalar lo obvio. La contienda no fue equitativa en poder ni en recursos. Jenniffer González y el PNP arrancaron en control del gobierno y con una ventaja enorme de recursos económicos, millones de dólares de Super PACS creados y apoyados por empresarios millonarios, grandes contratistas del gobierno, y toda suerte de especuladores que se ciernen como buitres sobre nuestro archipiélago. En un momento dado, la ofensiva mediática del PNP y su candidata fue tan intensa que resultó asfixiante.
En segundo lugar, la candidata tenía a sus pies la plataforma completa del gobierno incumbente, sembrado de miles de «batatas políticas» que hacen lo que sea por seguir atornillados al poder. Había derrotado en primarias a Pedro Pierluisi, y pisado algunos callos, pero esa molestia a lo interno se disipó pronto como suele pasar en los partidos de gobierno. Juntas, las fuerzas del poder y las del miedo lanzaron una ofensiva de ataques y desinformación nunca vista en nuestro país desde los tiempos de la Guerra Fría, que terminó en los años 90 del siglo pasado. En su furor contra el cambio, dichas fuerzas llegaron hasta extremos de intimidación y amenaza contra su propia gente.
Tercero, Jenniffer tuvo y tiene a su disposición la infraestructura electoral de la Comisión Estatal de Elecciones ( CEE), bajo un nuevo código electoral aprobado a imagen y semejanza de las exigencias del PNP, con los votos del PPD en la Legislatura que renunció a fiscalizar y se convirtió en una versión «light» del PNP. Así cualquiera manufactura mayorías para lanzarlas contra la oposición y poder continuar «chupando» del presupuesto público para sus intereses particulares y mezquinos.
A ese » monstruo» se enfrentó La Alianza de País entre el Partido Independentista Puertorriqueño ( PIP) y el Movimiento Victoria Ciudadana (MVC), que no ha contado nunca con el poder, ni los recursos económicos, ni la infraestructura electoral para empatar la contienda, pero sí contó con el apoyo de un pueblo ávido, de todas las tendencias políticas, que está harto de los gobiernos que han destruido al País y ven en La Alianza la esperanza para rescatar a Puerto Rico del precipicio. Con esa fuerza y coraje como motor, La Alianza avanzó hasta convertirse en la segunda fuerza política de Puerto Rico, y en la principal opción para fiscalizar y detener la ofensiva de los poderosos contra nuestro país. El Partido Popular hacía tiempo que había caído en el inmovilismo, renunciando a la fiscalización. Tratando de competir con el PNP en su propio terreno negó su identidad y se labró un rumbo incierto y perdidoso, según se demostró en los resultados de la contienda electoral, donde quedó reducido a un distante tercer lugar.
Estemos claros, con el gobierno de Jenniffer González y el PNP no cambia nada. Representa la continuación de las mismas políticas coloniales que han hundido a Puerto Rico, y de la misma corrupción que nos han sumido en la quiebra, la pobreza y la asfixiante falta de oportunidades que lanza a nuestra gente, sobre todo a los jóvenes, al exilio o la marginalidad. Imaginemos este cuatrienio, con Jenniffer González en la gobernación, Thomas Rivera Schatz, en la presidencia del Senado, como ya se anunció, y Carlos «Johnny» Méndez, en la presidencia de la Cámara. Nuevamente banquete total para ellos a expensas de nuestro pueblo.
Nuestra gente sabe eso muy bien, y los rechaza, y por eso se desbordó un apoyo masivo hacia las candidaturas de Juan Dalmau para Gobernador y Manuel Natal para Alcalde de San Juan.
Los resultados son impresionantes. Dalmau y Natal obtuvieron cifras de votos inéditas para candidatos políticos fuera del PNP-PPD, así también María de Lourdes Santiago y Dennis Márquez del PIP, para el Senado y la Cámara de Representantes, en quienes nuestros votantes han confiado por mucho tiempo por su extraordinario récord de acción y fiscalización legislativa. Todo parece indicar que a ellos se les sumará ahora en la Cámara de Representantes la candidata ganadora de La Alianza por el precinto 4 de San Juan, Adriana Gutiérrez, una joven promesa de la Patria Nueva.
Además de arrasar en San Juan, Dalmau y La Alianza ganaron en 12 municipios de Puerto Rico y hay dos más en contienda, demostrando que el empuje y aceptación de La Alianza trasciende los lindes de la Capital.
Otro logro indiscutible y demostrativo de cuánto ha cambiado Puerto Rico, es la gran cantidad de votos por la independencia en el plebiscito de estatus que el PNP impuso y los demás partidos rechazaron. Millones de dólares en anuncios para promover la estadidad y la única opción que creció significativamente fue la independencia, que nadie defendió ni anunció, pero obtuvo un 31 por ciento de los votos, una cifra récord en la historia de estas consultas no vinculantes. En algunos municipios, el voto por la independencia obtuvo hasta un 39 por ciento, lo cual indica que las campañas de miedo y desinformación son cada vez más inefectivas entre sectores amplios de la población. A este resultado, habría que añadir las papeletas votadas en blanco, que fue el llamado del PIP, MVC y el Partido Popular, por considerar la consulta como un gasto innecesario e improductivo.
Sin embargo, de lo negativo también se derivan lecciones, y de este hallazgo extraordinario puede inferirse que, ante la pobreza y falta de oportunidades en la colonia, una tercera parte de nuestros votantes parecen dispuestos a darle a la independencia la oportunidad para construir un Puerto Rico próspero hacia el futuro.
Ante los logros extraordinarios derivados del pasado proceso electoral debemos reflexionar sobre cómo reencaminar este movimiento de pueblo que nunca ha tenido vuelta atrás. De las luchas del siglo veinte, en este siglo se articuló en Vieques, y se retomó con fuerza tras la quiebra, PROMESA, la Junta de Control Fiscal, los huracanes, terremotos y la pandemia, y el desgobierno del PNP-PPD de los pasados 24 años. Nos queda un trecho más para cumplir el objetivo y en este proceso demostramos que Puerto Rico es un nuevo país. La esperanza sigue y la lucha también, con La Alianza de País, hasta la construcción de la Patria Nueva que queremos y merecemos.
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