El enigma del “Loco de la Ruta” se ubica en una oscura etapa de la historia criminal argentina. A mediados de la década de 1990, en la ciudad costera de Mar del Plata, durante tres años se registraron una serie de asesinatos y desapariciones de trabajadoras sexuales que desató el pánico en la comunidad y la atención de los medios de prensa. Los cuerpos de varias de las víctimas fueron encontrados brutalmente mutilados y despojados de sus pertenencias.
Mientras la versión oficial sostenía que un único individuo, un presunto asesino en serie, acechaba a sus víctimas, surgieron voces que apuntaban a una complicidad más amplia: una mafia policial que utilizaba el miedo como un mecanismo de control y extorsión.
Con los años este caso ha sido objeto de debate y especulación, creando una neblina de incertidumbre sobre la naturaleza y la identidad del “Loco”. Pese a la brutalidad de los crímenes, el verdadero autor o autores jamás fueron identificados.
Lo cierto es que el espectro del “Loco de la Ruta” se ha mantenido como una leyenda urbana, fusionando el horror con el misterio.
El Loco de la Ruta: relato de un asesino en serie que sembró el terror en las carreteras
El primer crimen que se le atribuye al “Loco de la Ruta” tuvo lugar el 1 de julio de 1996, cuando el cuerpo desnudo de Adriana Jaqueline Fernández fue hallado al borde de la Ruta 226, bajo un puente. Fernández era una artesana uruguaya de 27 años que trabajaba como prostituta.
Posteriormente, en noviembre de ese año, el cadáver de María Esther Amaro apareció con cortes en la espalda que formaban la palabra “Puta”. Estos brutales hallazgos marcaron el comienzo de una serie de asesinatos que generaron un clima de terror en la ciudad. Entre 1996 y 1999 se sucedieron al menos 14 muertes.
Las víctimas, en su mayoría trabajadoras sexuales, eran encontradas con signos claros de abuso, mutilaciones y, en algunos casos, mensajes escritos en sus cuerpos. La naturaleza peculiar de los crímenes llevó a muchas voces a hablar de un asesino ritual, alguien que disfrutaba de infligir dolor y humillación.
Sin embargo, la idea de un único autor se fue desmoronando con el tiempo. Investigaciones posteriores aportaron indicios de una red de corrupción que involucraba a policías y proxenetas, quienes podrían haber estado detrás de los asesinatos para asegurar su impunidad en el tráfico de mujeres. En la investigación de los hechos, el ex juez Pedro Hooft insinuó que muchas de las víctimas habían sido asesinadas para mantener el control sobre la prostitución en la ciudad.
La forma en que la policía trató los casos también fue cuestionada. Muchos dijeron que las trabajadoras sexuales, por ser consideradas “mujeres de segunda clase”, no recibieron la atención adecuada. Las denuncias de las víctimas rara vez eran tomadas en serio, lo que permitió que los crímenes siguieran sin ser resueltos. Mientras tanto, el mito del “Loco de la Ruta” crecía, alimentado por la especulación mediática y el deseo de encontrar un único villano.
Pese a las numerosas detenciones a lo largo de los años, la mayoría de los crímenes vinculados al “Loco” permanecieron sin resolverse. A partir de este caso, por años Mar del Plata se convirtió en una ciudad marcada por el miedo y la desconfianza, no sólo por la figura del asesino que merodeaba, sino también por la complicada red de delincuencia organizada y corrupción que la rodeaba.
Los Sospechosos de “El Loco de la Ruta”
A lo largo de la investigación del “Loco de la Ruta”, se identificaron numerosos individuos como posibles autores de los asesinatos. Cada uno de estos perfiles presenta conexiones potenciales a los crímenes, alimentando teorías y especulaciones que han perdurado en el tiempo.
La complejidad del caso se refleja en la diversidad de los sospechosos y las múltiples direcciones tomadas por la investigación, dejando muchas preguntas sin respuestas aún en la actualidad. Estos fueron algunos de los sospechosos:
- Alberto Adrián Iturburu. Suboficial de la policía, supuestamente involucrado en una red de extorsión a trabajadoras sexuales. Se lo acusó de formar parte de un grupo que cobraba a las prostitutas a cambio de “protección” en un entorno peligrosamente desigual.
- José Luis Andújar. Propietario de la discoteca “Jardín Boliviano”, donde varias víctimas fueron vistas antes de desaparecer. Su vehículo fue hallado con restos de sangre, aunque los mismos no lograron ser vinculados con los crímenes.
- Guillermo Moreno. Criador de cerdos y expareja de María Esther Amaro. Aunque fue considerado un posible sospechoso, finalmente fue absuelto por falta de pruebas.
- Margarita Di Tullio. Denunciada como proxeneta y asociada con el mundo de las drogas, tenía conexiones significativas con varias de las víctimas. Su vinculación con el entorno de la prostitución ha sobrevivido a la investigación, dejando rastros de su influencia.
- Celso Arrastía. Acusado de múltiples homicidios, Arrastía presentaba un patrón de comportamiento violento. Aunque su nombre es frecuentemente mencionado en relación con el caso, nunca se pudo comprobar su participación en los crímenes del “Loco de la Ruta”.
- Héctor Julián Barroso. Su historial delictivo levantó sospechas sobre él, aunque no se encontraron evidencias suficientes para relacionarlo con los crímenes no resueltos. Sin embargo, en 2003 fue condenado por asesinar a dos prostitutas.
- Testigos clave. Varias personas afirmaron haber visto a las víctimas abordar vehículos de sospechosos, pero sus testimonios fueron desestimados debido al estigma que enfrentaban. Este hecho contribuyó a la falta de progreso en la investigación y al encubrimiento de posibles pruebas.