Cuando el primer rayo del sol de Riohacha (capital Guajira) iluminó este lunes la estructura de concreto del recién inaugurado Puente del Riíto, los rostros curtidos por el viento del desierto se llenaron de una emoción contenida. Para algunos, el puente era solo una obra de infraestructura; para otros, la redención de una deuda histórica.
Con sus 70 metros de largo y 12 de ancho, la estructura reemplaza una pasarela desgastada por los años, ofreciendo una esperanza tangible a los 222 mil habitantes de la región que ahora pueden cruzar sin temor a que la corriente se lleve más que sus pisadas.
La inversión de 10.112 millones de pesos no solo consolidó un puente, sino que trajo consigo señalización, luminarias y andenes que dignifican el tránsito diario de una comunidad históricamente marginada.
“Esta obra es una realidad gracias a la aceleración que hizo este gobierno”, proclamó el alcalde Genaro Redondo, con la voz de quien sabe que por primera vez las palabras se convierten en hechos.
La semana anterior, el director de Prosperidad Social, Gustavo Bolívar, había llegado hasta este extremo del país con la determinación de cumplir con lo prometido: entregar una vía segura y moderna sobre uno de los brazos del río Ranchería.
El mercado de los sueños aplazados
Si el Puente del Riíto era la conexión con el presente, la plaza de mercado municipal de Riohacha era la gran promesa para el futuro.
En un acto simbólico cargado de esperanza, Bolívar colocó la primera piedra de lo que será un centro de comercio de 4.200 metros cuadrados, una construcción que el pueblo ha esperado durante más de tres décadas.
Con una inversión de 19.300 millones de pesos, esta infraestructura busca convertirse en el epicentro de la economía popular, un espacio donde los pescadores, los artesanos wayuu y los campesinos puedan ofrecer sus productos sin la sombra de la incertidumbre. “Va a revitalizar económicamente la zona, darles empleo a muchas personas e impulsar la economía local”, aseguró Bolívar, recordando que esta es una de las obras más ambiciosas del actual gobierno.
El gobierno de Gustavo Petro ha prometido que 2025 será el año de las realizaciones. La plaza de mercado, que será entregada en agosto de 2026, es uno de los primeros signos de esa transformación. La Guajira, con su historia de abandono y resistencia, empieza a ver en el cemento y el acero un reflejo de la esperanza largamente postergada.
Mientras los líderes locales aplaudían la llegada de estas obras, un wayuu de la comunidad de Sichichón observaba desde la distancia. “Dicen que ahora sí nos miraron”, murmuró. Solo el tiempo dirá si, esta vez, la historia es distinta.
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Documental de la periodista Jineth Bedoya. Foto:
Redacción Caribe