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La DANA ha bañado de muerte, sufrimiento e impotencia a los pueblos de la zona sur de Valencia. Son muchos los vecinos que el pasado martes no pudieron esquivar la trampa mortal de las inundaciones. Quedaron atrapados en carreteras, casas y también en sus garajes cuando intentaban poner a salvo sus coches.
En la pedanía de La Torre murieron siete personas ahogadas en los sótanos de sus viviendas, en Paiporta tres personas más, en Benetússer otras dos, … Son parte de las 210 víctimas contabilizadas hasta la fecha por las autoridades, pero todavía queda por achicar el agua en varios aparcamientos públicos.
En Bonaire (Aldaia), uno de los centros comerciales más grandes de España, los equipos de rescate intentaban este domingo acceder a sus cuatro niveles inferiores. Todavía no se sabe con certeza el número de vehículos que hay en su interior.
Esta zona de la provincia de Valencia la conoce bien el ingeniero José Vicente Lamperero, afincado en la localidad desde hace dos décadas. “En España no tenemos conciencia de lo que significa una alerta roja de emergencias como en otros países”, destaca Lamparero que varias semanas al año vive en ciudades como Berlín o Colonia trabajando para Tesla, Volkswagen o Ford. “En Aldaia estamos acostumbrados a que casi todos los años desborde el río, pero esta vez ha sido el peor. Llegan las alertas rojas, pero la gente se confía. En una alerta roja se puede perder la vida igual que si te bañas en la playa con bandera roja”, añade.
Con todo, Lamparero confiesa que él, igual que muchos de sus vecinos, la tarde del pasado martes también fue a sacar el coche de su garaje. “Los saqué antes de que subiera el río, pero reconozco que corrí el riesgo“, relata. A su familia política la DANA le arrastró todos sus automóviles que ahora están para el desguace total. El de su mujer y el suyo arrancan, pero no pueden circulan.
“Hoy en día los coches nuevos están muy caros. Siempre se ha dicho que el principal bien de una familia tras la hipoteca de la casa es la adquisición de un vehículo”, destaca el periodista experto en Motor, Paco Lahuerta. “De ahí que muchos conductores se comporten de esta manera y no vean una acción peligrosa bajar al sótano cuando hay riesgo de inundación. Además, para muchos de ellos el coche es imprescindible cada día para ir a trabajar”, comenta Lahuerta.
Se estiman que más de 100.000 vehículos valencianos han sufrido algún tipo de daño durante esta DANA. Desde finales de semana se están retirando de la circulación para evaluar sus daños, aunque puede ser una operación que se extienda varios meses.
Garajes de los años 70 que no evacúan el agua
En los barrios más afectados en esta área metropolitana de Valencia conviven viviendas de varias generaciones. Hay casas de una y dos alturas, construidas muchas de ellas en los años 40, mientras otras son de la época del crecimiento económico en España en las décadas de los 70 y 80. Sin olvidar, los edificios más modernos de la época del ladrillo (2006).
“El problema en algunas viviendas de esta zona es que si llueve un poco los garajes se inundan con mucha facilidad. La gente más mayor lo ha vivido muchas veces en sus carnes. No se construyeron bien, no evacúan el agua de los sótanos como las viviendas más modernas”, expone Lahuerta.
El 80% de las víctimas en una inundación son al volante
Ha pasado una semana del inicio de la DANA, pero en los portales de muchos garajes de los pueblos de Valencia afectados por la tormenta todavía se pueden ver varios vehículos atrapados entre el barro y la basura. Algunos de ellos quedaron justo a pie de calle, otros están incluso volcados sobre la misma puerta de acceso al garaje.
“En países desarrollados, según varios estudios, durante una inundación el 80% de los accidentes con víctimas está vinculado también con un coche“, destaca el ex ingeniero de Caminos de la Generalitat Valenciana, Ramiro Martínez Costa. “El riesgo aumenta cuando un conductor intenta cruzar, por ejemplo, una zona de un río durante una tormenta. Sin embargo, el error más típico con una inundación es el de bajar al garaje para retirar el vehículo“, añade el ingeniero a la televisión Á Punt .
En situaciones límite, como las vividas la pasada semana en varias poblaciones valencianas, la gente asume riesgos innecesarios por salvar su vehículo, pero lo que no es consciente de que está en riesgo su propia vida. “En estas circunstancias de agua el coche es una trampa mortal, es como un barco sin timón. Se desplaza y se mueve según la corriente del agua”, detalla Martínez Costa.