Domingo, 22 de diciembre 2024, 01:00
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Con su cuerpo, la grancanaria Violeta Vargas lleva años generando poesía, fruto de las coreografías que ha diseñado y protagonizado como bailarina profesional. Ahora, su poética ha saltado de disciplina para cobrar forma con las palabras, fruto del poemario ‘La danza’, que acaba de publicar en el sello valenciano Talón de Aquiles.
El volumen, que ya se encuentra en las principales librerías de las islas, saltará en los primeros meses de 2025 al resto del territorio nacional, con la intención de que los lectores descubran cómo esta artista isleña plasma desde la poesía la visión y las sensaciones que le generan su propio oficio.
«La poesía la he escrito desde las emociones, no desde el movimiento propio de la danza. Intento plasmar con las palabras las emociones que siento cuando bailo», confiesa Violeta Vargas.
En ‘La danza’, esta bailarina ha incluido una serie de poemas que permiten que el lector lleve a cabo un recorrido por lo que ha sentido en las distintas fases de su carrera profesional. Así, figuran poemas sobre sus primeros pasos como aprendiz de bailarina, profesional que interpreta piezas frente al público, coreógrafa y docente, fruto de su trabajo en el Centro Coreográfico Las Palmas y la Escuela de Danza Nieves Falcón.
«Mis poemas muestran no solo lo que siento cuando bailo, también el sacrificio que implica este oficio, las muchas crisis por las que pasas, cuando el cuerpo duele por el esfuerzo físico y estás muy cansada. Creo que en el libro está lo que la gente ve desde fuera y también lo que vemos los profesionales desde dentro. Con esta idea he intentado hacer un compendio con las emociones en un nivel de lectura asequible y donde el vocabulario también baile», apunta Violeta Vargas.
Sobre el escenario está familiarizada con la transmisión de sus sensaciones con el cuerpo, pero otra cosa es hacerlo mediante las palabras, desde la poesía, en un folio en blanco. «Hubo ideas que me costaron mucho expresarlas. Hay un poema concreto, titulado ‘La crítica destructiva’, en el que reflejo las emociones más negativas de lo que conlleva ser una profesional de la danza. Fue difícil porque no tengo una idea negativa de la danza, por mucho que pases por crisis y momentos en los que te planteas si lo que haces merece la pena o no. Me costó mucho ahondar en lo negativo, pero es importante mostrar que lo bonito y lo cruel conviven en la danza. Esas crisis existen, aunque mi idea final de la danza sea positiva», subraya.
Violeta Vargas ha apostado por una «poesía libre» desde un punto de vista técnico. «Está escrita en prosa, no sigo un patrón fijo para no encasillarme en una estructura concreta. He intentado que fluya y que se mueva como la propia danza. Por eso, cada poema tiene su propia estructura», explica.
El origen
La relación con la escritura de esta bailarina y coreógrafa no tiene un origen reciente. «Si te soy sincera, he escrito poesía desde que era una niña», reconoce. «Me he presentado a algunos concursos y a cosas muy familiares, pero nunca he llegado a ir más allá», recuerda.
En verano, la editorial valenciana Talón de Aquiles abrió una convocatoria pública para recibir manuscritos poéticos. «Mi madre me envió la convocatoria y me dijo que ya que escribo desde hace tantos años, que me presentara. Le hice caso y les envié ‘La danza’. Me respondieron que les había encantado y que lo querían», apunta sobre la gestación de este volumen que ya está en las principales librerías grancanarias.
Cuando el proyecto fue una realidad, Violeta Vargas se puso a investigar, en busca de referentes. «He estado buscando y no he encontrado ningún libro similar. Sí que los hay que hablan de la danza como algo abstracto, pero un poemario sobre la danza, escrito por una bailarina profesional, no he encontrado ninguno. Sí que hay poemas de escritores dedicados a bailarines», relata con orgullo.
Aclara que ‘La danza’ no es un libro destinado en exclusiva para estudiantes de danza ni para los profesionales de esta disciplina artística. «Me gusta mucho que los que lo lean sean personas que no han bailado nunca. Creo que las personas de otras profesiones se pueden sentir muy identificadas con las emociones que plasmo en los poemas. En la danza hay, por ejemplo, investigación. Yo investigo con mi cuerpo cuando bailo. En muchas profesiones se investiga desde otra perspectiva. Entre los que ya han lo han leído me he encontrado con personas muy distintas que coinciden en sus valoraciones. Por ejemplo, una amiga que es cantante y un amigo tatuador han coincidido a la hora de seleccionar los poemas que más les han llegado. También creo que es un libro que interesará a los que empiezan en la danza, a los preprofesionales y los profesionales», apunta.
Bailados en Cuevas Torres
‘La danza’ (Talón de Aquiles) cobra vida ahora en la mente de los lectores que lo adquieran. Pero este poemario se transformará también en danza el 25 de enero, en el Centro Cívico de Cuevas Torres, en la urbanización Cinco Continentes, donde su autora Violeta Vargas tiene previsto presentarlo de manera oficial.
«Ahora estoy concentrada en que el poemario vuele en esa presentación. Me inspira que mis poemas se bailen allí. Tengo pensado que se reciten con una voz en off y que los alumnos del Centro Cívico Las Palmas y de la Escuela de Danza Nieves Falcón vayan bailando cada poema», avanza la artista. Incluso, no descarta que en un futuro este poemario acabe generando una coreografía.
Reconoce que sintió pudor de mostrar sus poemas al público cuando la editorial Talón de Aquiles le comunicó que había seleccionado su poemario para publicarlo. «Al principio me dio cosa. No enseñaba mis poemas porque me daba vergüenza. Pero esa selección fue como una palmadita en la espalda, porque significaba que tan malos no eran mis poemas. Eso me bajó el miedo», dice entre risas.
Violeta Vargas sigue escribiendo con la idea de seguir publicando, pero eso no implica que deje de bailar y crear danza. La próxima vez que lo haga delante del público será en marzo del próximo año, en la Fundación Martín Chirino de Arte y Pensamiento, como bailarina junto a otros cuatro profesionales dentro de una pieza creada por Yuri Yanowski e inspirada en el universo del escultor grancanario sobre cuyo legado se vertebra esta institución.