La temporada de final de año en Colombia es sinónimo de celebración. Esas celebraciones han sido definidas por las tradiciones y la cultura de cada región, compartiendo factores comunes y difiriendo en algunos otros. La pólvora es una constante de las conmemoraciones decembrinas en el país.
Particularmente en Medellín, la quema de pirotecnia es uno de esos imprescindibles de la temporada, casi tanto como los tradicionales buñuelos y las cuadras cerradas, la pólvora se convirtió hace varias décadas en una tradición que ve la luz desde el 30 de noviembre.
La reconocida alborada, cuyo origen se le ha atribuido históricamente al narcotráfico y al cartel de Medellín, como celebración propia de sus actividades y que con el tiempo se fue irrigando a todas las comunas de la ciudad, empezando por las periferias, y logrando llegar hasta los sectores relacionados con la clase alta de Medellín, marca el inicio de la temporada de pólvora.
En la ciudad se recibe diciembre con las explosiones y los tradicionales colores de los fuegos artificiales, y desde el primero de diciembre hasta el final del mes, e incluso hasta mediados de enero, la pólvora es un elemento prácticamente paisajístico del día a día decembrino.
Ahora, con tal introducción se podría asumir que la pirotecnia es un elemento memorable únicamente por el espectáculo que supone en los cielos nocturnos de Medellín, sin embargo, nada podría estar más alejado de la realidad.
Quemados y lesionados
Año tras año las cifras de quemados, lesionados e incidentes, producto de las detonaciones de pirotecnia, empañan las celebraciones navideñas de la ciudad. Y a pesar del sinfín de campañas de concientización realizadas por cada una de las administraciones distritales, las estadísticas difícilmente sufren reducciones que demuestren que los habitantes de la capital de Antioquia comprenden las consecuencias que se esconden detrás de los brillantes colores de cada explosión en el firmamento del Valle de Aburrá.
Con corte al 28 de diciembre, y pasada la celebración de la Navidad en la ciudad, Medellín ha registrado un total de 39 casos de lesionados por pólvora, una cifra que, a seis días del final de la temporada y con la celebración de año nuevo por delante, proyecta una reducción con respecto a los 58 casos que se presentaron en la ciudad durante la temporada decembrina de 2023.
En profundidad, destaca que del total de los casos, un 31 por ciento de los lesionados por pólvora fueron los individuos que estaban realizando la manipulación de estos elementos, mientras que la mayoría de las personas que presentaron afectaciones a causa de la pirotecnia fueron observadores. En concreto, un 49 por ciento.
También llama la atención uno de los subregistros particulares de esta estadística: la edad de las personas lesionadas. Entre los 35 casos reportados hasta ahora en 2024, el grupo poblacional más afectado son las personas mayores de 18 años, con 26 casos. Por otro lado, los 13 casos restantes hacen referencia a menores de edad.
Más específicamente, nueve personas entre los 12 y los 17 años resultaron lesionadas; dos niños entre los 6 y 11 años tuvieron que ser atendidos por lesiones producto de la pirotecnia, mientras que dos menores de entre 0 y 5 años sufrieron quemaduras por pólvora.
Por otro lado, es preciso considerar la gravedad de las afectaciones. Del total de los casos registrados hasta ahora, un 41 por ciento han sido quemaduras de primer grado, un 43,6 por ciento de las personas quemadas han sido diagnosticadas con lesiones de segundo grado, mientras que un 5,1 por ciento de los quemados resultaron con afectaciones de tercer grado.
En ese sentido, 27 de los afectados han recibido atención médica ambulatoria para el tratamiento de las lesiones, mientras que 12 de ellos tuvieron que ser internados para recibir atención hospitalaria por la gravedad de sus heridas.
De ese total de lesionados, 14 han sido laceraciones, 4 han sufrido contusiones; se han reportado cinco casos de daños oculares y dos de daños auditivos como producto de las explosiones; 34 personas han resultado quemadas, mientras que tres han sufrido amputaciones.
En toda el área metropolitana del Valle de Aburrá se han registrado 60 casos de quemados por pólvora, siendo Medellín con gran diferencia el municipio con más casos de lesionados por pirotecnia.
Afectaciones medioambientales
Sin embargo, los efectos de la pirotecnia en la época decembrina no solo afectan la integridad física de las personas que manipulan o están alrededor de quienes lo hacen, también, a todo aquello que se relaciona con la urbe.
La fauna, la flora y la calidad del aire de la ciudad son ejemplo de los impactos producto de la quema de fuegos artificiales y explosivos en la ciudad en la temporada de fin de año.
Según cifras de la secretaría de Ambiente y el Área Metropolitana del Valle de Aburrá, en lo corrido de diciembre ya se superaron los 40 casos de reportes ciudadanos y cuerpos de bomberos que han recuperado ejemplares de fauna silvestre en la ciudad que se ha visto afectada por la pólvora.
Estas entidades le explicaron a EL TIEMPO que la mayoría de los reportes ciudadanos están relacionados con el ingreso de animales a las viviendas, mientras que huyen desconcertadas por las explosiones de la pirotecnia.
Además, desde el Centro de Atención y Valoración de Fauna Silvestre (CAVR) le explicaron a este medio que, existe un subregistro muy importante con relación a esta estadística: la mayoría de los casos reales que se presentan en la ciudad no se reportan precisamente por tratarse de fauna silvestre la que protagoniza los incidentes.
En ese respecto, desde esta entidad de la administración distrital señalaron: “es importante resaltar que la quema de pólvora genera efectos significativos en la salud y el comportamiento de diversas especies, tanto domésticas como silvestres. La fauna silvestre es especialmente vulnerable debido a su alta sensibilidad auditiva y a la repentina aparición de estímulos visuales y sonoros intensos, los cuales alteran sus patrones naturales y generan estrés agudo”.
La vocería del CAVR explicó: “el ruido y los destellos de la pólvora provocan desorientación en las aves, lo que puede llevarlas a abandonar sus nidos, dejando a sus crías expuestas a la deshidratación, el hambre o la depredación. En los mamíferos terrestres, como los roedores y otros pequeños animales, la pirotecnia produce reacciones de huida descontrolada que incrementan el riesgo de colisiones o lesiones. En anfibios y reptiles, que poseen menos capacidad para desplazarse rápidamente, los efectos son igualmente severos, con un alto riesgo de daño físico o muerte debido a la exposición prolongada”.
Finalmente, desde esta entidad anotaron que los residuos químicos generados por la quema de pólvora, como metales pesados y compuestos tóxicos, contaminan suelos y cuerpos de agua, afectando a los animales que ingieren alimentos o agua contaminada, y este tipo de contaminación puede tener efectos acumulativos, perjudicando la salud de las especies y alterando cadenas tróficas completas.
¿Y la calidad del aire?
En los últimos años, las autoridades ambientales de la ciudad han mostrado su constante preocupación por las alteraciones en la calidad del aire producto, entre otros, de la contaminación propia de las actividades cotidianas de la ciudad y del parque automotriz de Medellín, sin embargo, en la temporada decembrina, a esta estadística se le adhiere el subregistro de los impactos de la pirotecnia.
Y la proporción de dicho impacto se hace evidente desde el primer día de la temporada. En la noche de la alborada el Sistema de Alerta Temprana de Medellín y el Valle de Aburrá (SIATA), registró las diversas alteraciones en el aire del área metropolitana a raíz de las explosiones.
El reporte del SIATA comienza explicando que durante esta fecha en particular, se presenta un aumento considerable de P.M 2.5 en el aire. Se trata de materia particulada de 2.5 micrómetros; partículas sólidas o líquidas que permanecen en suspensión aerodinámica en función de las condiciones climáticas y meteorológicas de la ciudad, que viajan largas distancias y que además, por sus características, son muy respirables.
5/13 Las estaciones de PM2.5 que presentaron mayores aumentos en las concentraciones durante la alborada fueron la de la Universidad CES, Aranjuez, San Cristóbal, La Quintana y Altavista en Medellín, además de la ubicada en la I.E. Fernando Vélez de Bello. pic.twitter.com/hOoiMdNF3z
— siatamedellin (@siatamedellin) December 1, 2024
Durante la noche del 30 de noviembre, los datos de la estación de medición de la Universidad CES fueron las concentraciones promedio más altas registradas durante los eventos históricos de la alborada de los que se tiene registro, alcanzando un pico de 102,8.
Además, durante esa fecha los mayores incrementos de PM2.5 se registraron en Itagüí, Bello y en las comunas 10, 8 y 9 de Medellín (La Candelaria, Villa Hermosa y Buenos Aires), alcanzando niveles más altos en comparación con el año anterior.
Pólvora, economía y legislación
Para comprender por completo la fenomenología de la quema de pólvora en la temporada decembrina es preciso considerar las cifras económicas derivadas de su producción y comercialización.
En ese sentido, EL TIEMPO contactó a Carlos Andrés Carvajal, presidente de Fenalpi, organización que reúne al gremio de productores, comercializadores y distribuidores de pirotecnia, para consultarle por las cifras que la temporada de fin de año le representan a este sector de la economía y los pormenores de la producción de estos artículos.
Carvajal comenzó explicando que en este ámbito, la ley divide los artículos pirotécnicos en categoría 1, 2 y 3. Los artículos abarcados en la categoría 1 no contienen pólvora, tal como las chispitas, los dispositivos de humo y los lanza confeti. Estos productos se comercializan en almacenes de cadena y mercados. En el caso de los productos de categoría 2, su particularidad es que contienen instrucciones de uso, advertencias, mecha verde de seguridad, y además, en su empaque se informa quién es el fabricante del producto y las cargas de pirotecnia, de acuerdo a las normas Icontec.
Por su parte, la pirotecnia de categoría 3 solo debe ser manipulada por profesionales para grandes eventos, en tanto sus características requieren conocimiento particular para poder darles uso adecuado en relación con las proporciones de sus efectos.
El presidente de Fenalpi también explicó que, si bien existen riesgos relacionados a la manipulación de la pólvora, estos son gestionables.
“Se debe articular a las familias, no permitir que utilicen artículos pirotécnicos, niños, niñas y adolescentes solo deben ser espectadores, tal como las personas en estado de embriaguez”, señaló Carvajal.
Lo dicho por el presidente Carvajal hace referencia a las cifras reunidas por su organización con respecto a los quemados por la manipulación de pólvora.
“La pirotecnia no se puede mezclar con el alcohol, según nuestros registros el 30 por ciento de adultos que se lesionan con pólvora están alicorados, además el 50 por ciento de los niños lesionados es porque están en compañía de adultos alicorados”, reveló la cabeza de Fenalpi.
Carvajal explicó que la legislación relativa al gremio de la pirotecnia ha sufrido cambios que están direccionando esta industria a su sofisticación.
“La actividad de la pirotecnia ha venido evolucionando, su práctica era demasiado irresponsable e irregular, pero hoy tenemos productos formalizados, con instrucciones y advertencias. La Ley 2224 invita a sofisticar la actividad, va a haber un ‘fondocuenta’ que se llama ‘prevenir es vivir’, que va a permitir desarrollar campañas de acuerdo a estadísticas a nivel nacional en torno a los riesgos mayores”, explicó el líder de Fenalpi.
Por otro lado, Carvajal explicó el impacto económico que representa la actividad comercial de la pólvora en Colombia, y sus particularidades en Medellín y Antioquia.
“Calculamos que hay una derrama económica de 170.000 millones de pesos al año por la pirotecnia, que a su vez le representan un impacto positivo a aproximadamente 25.000 familias del país”, indicó Carvajal.
Esta derrama económica subregistra la quema de pólvora en la temporada decembrina. Según los datos de Fenalpi, se estima que entre finales de octubre e inicios de enero, se queman unos 4.5 millones de kilos de pirotecnia a nivel nacional, correspondientes a unos 180 contenedores de este producto, que cargan un aproximado de 25.000 kilos por unidad.
Según Carvajal, de lo correspondiente a esa cifra, el 25 por ciento de la quema y comercialización de todo el país está concentrada en Antioquia. Además, el presidente de Fenalpi explicó que la región presenta tendencias relacionadas con la quema de pirotecnia que podrían explicar esta cifra.
“La pirotecnia es diferente a los explosivos, y Antioquia suele ser una región relacionada a los explosivos, como el ‘año viejo’ y los voladores. Ahora la tendencia va a los productos sofisticados como las tortas, que ya no se catalogan como explosivos sino como pirotecnia, que contienen sustancias químicas, pero que no se pueden ser catalogados como explosivos porque no detonan por encima de los 2.000 metros por segundo; la pirotecnia llega máximo a 300 metros por segundo”, informó Carvajal.
Medidas y prevención
Las autoridades de la ciudad señalaron que siguen trabajando de manera articulada entre dependencias para generar conciencia sobre el impacto negativo de la pólvora en los ecosistemas locales y fomentar alternativas menos invasivas para las celebraciones de temporada decembrina.
Por su parte, el gremio de productores y comercializadores de pirotecnia en el país señalaron que las autoridades deben hacer inspección, vigilancia y control en fabricación, comercialización y distribución según la norma, y no solamente por mostrar resultados.
A su vez, la vocería de Fenalpi llamó a los fabricantes de pirotecnia a importar y fabricar productos en función de la vida y la seguridad de las personas, para así lograr que la oferta de pólvora existente sea legal y segura.
En referencia a quienes compran pirotecnia, Fenalpi indicó que estos productos solo deben ser manipulados por adultos sobrios, y solo deben hacer uso de productos pirotécnicos de categoría 1 y 2. Además, en el caso de la región, llamaron a no llenar los ‘años viejos’ con productos químicos altamente detonantes, ya que estos son los que producen más laceraciones, amputaciones y pérdidas oculares en el país.
Según Carlos Andrés Carvajal, si se logra unificar todas estas recomendaciones, se podría lograr disminuir en al menos un 30 por ciento los índices de lesionados por pólvora en el país, que año tras año oscila entre los 1.000 y 1.100 casos.
NICOLÁS TAMAYO ESCALANTE
Periodista de Nación, en Medellín.