A Rafael lo borraron entre todos… en el Hospital Pediátrico José Ramón Martínez, de Guanajay. Sus propios trabajadores y la comunidad lograron que, a las 12:00 del día siguiente, ya funcionara como si no hubiera pasado un huracán.
El suelo de los pasillos luce impecable. El ir y venir de médicos y enfermeras no se detiene. La esperanza y la vida laten en cada cubículo.
Carlos Manuel Germán Gordillo, director en funciones de esa institución de salud, revela cómo plantaron cara al fenómeno meteorológico. Incluso se atreve a asegurar que el servicio mejorará, al concluir la recuperación.
“Aquella jornada la asumimos con personal médico, de enfermería y de servicio residente en Guanajay, suficiente para garantizar toda la cobertura, resguardar los medios de trabajo y atender a los 30 pacientes que permanecieron aquí, incluido un niño en la sala de terapia intensiva”.
Daños y respuestas
“Rafael desprendió la manta de techo de la cubierta de terapia intensiva, y arrastró consigo el cableado eléctrico y tuberías, como la de gases, lo cual dejó esa sala y la de respiratorio sin cobertura de oxígeno”, atestigua.
El pediatra y a la par residente de la especialidad de Administración de Salud, agrega que la manta golpeó, además, la cristalería de los ventanales de esa sala contigua. “Los pacientes y acompañantes fueron trasladados a un refugio más seguro, y quedó solo un niño en terapia.
“Lo socorrió el equipo de Salvamento y Rescate de Guanajay. A los cinco o diez minutos de activar el consejo de defensa y el puesto de vigilancia, acudieron los bomberos y el Minint, y lo evacuaron hacia la dirección del centro, donde seguimos brindándole los mismos cuidados que en su sala”.
Con similar empeño al de salvaguardar vidas, también protegieron los preciados recursos dispuestos allí. “Durante el huracán no se afectó ningún equipamiento profesional y, aunque Rafael nos dejó divididos en ‘islas’ eléctricas, en menos de 12 horas la institución estaba energizada por completo, con nuestro propio personal”.
Otro tanto contó sobre el agua en abundancia que los trabajadores sacaron. “En la mañana solo era preciso secar; el hospital amaneció vital, con los pacientes ya acomodados en sus camas, las dosis de medicamentos en sus horarios, la actualización de historias clínicas y la parte asistencial, médica y de enfermería”.
El joven médico agradeció la ayuda del Instituto Preuniversitario República de Indonesia: “dos brigadas de estudiantes que movilizó la FEEM para higienizar y recoger los escombros caídos del techo, muchachos ávidos de trabajar en cuanto hiciera falta”.
Asimismo, elogió el crucial aporte de una brigada de la Federación Estudiantil Universitaria (FEU) de Ciencias Médicas, de la carrera de Medicina y de las Tecnologías, acompañados por su vicerrectora.
“Por sus conocimientos y la rotación por Pediatría, los de quinto año saben cómo hacer, así que recibieron pacientes en el cuerpo de guardia, en tanto los de primero y segundo contribuyeron a limpiar y a secar.
“Actualmente, ya tenemos consultas externas trabajando, especialistas que no están vinculados a la atención directa al paciente en sala, como nefrología, endocrinología, otorrinolaringología, siquiatría, oftalmología…”
Aun mejor que antes
Germán Gordillo ponderó las visitas de José Ángel Portal, Ministro de Salud Pública; de asesores del viceprimer ministro y Comandante de la Revolución Ramiro Valdés Menéndez; de la secretaria general del Sindicato del sector y de la primera secretaria de la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC).
Enfatizó en la llegada de personal del Minsap del área de Electromedicina, quienes analizaron qué equipos se dañaron o cuáles necesitan para mejorar la asistencia médica.
“En correspondencia con ese diagnóstico, hemos comenzado a recibir recursos con los cuales no contábamos, como una impresora para el equipo de ultrasonido, que ya está instalado, y un equipo para monitorear la actividad cardiovascular respiratoria de los pacientes, ya armado y a disposición en la unidad de emergencia.
“Nuestra sala de terapia tiene siete posiciones, y tres ventiladores que le dan vida asistida durante seis horas al paciente, hasta trasladarlo a otra institución con el soporte vital para él. Cuando concluyamos esta fase de recuperación, la terapia ha de quedar más completa, probablemente con más ventiladores”.
La doctora Yaimet Sánchez Hernández, especialista en terapia intensiva pediátrica, destacó precisamente la labor en esa sala, una de las últimas creadas en el país, con siete años de fundada y un colectivo extremadamente joven.
Son cinco especialistas. Todos ostentan categoría docente y alto nivel científico. Ellos consiguieron devolver lozanía al pequeño Ángel Jesús González Castillo, único “huésped” bajo sus cuidados el miércoles 6.
A ese bebé, hijo de una adolescente de 14 años, lo rescataron de una deshidratación severa y elementos de sepsis, mediante el empleo de aminas, antibióticos y una imprescindible discusión de caso con el grupo nacional de pediatría, porque fue bien complicado el manejo de su cuadro gastrointestinal. Al presente, recupera peso y escapa de la gravedad.
Gana terreno la vida, así como tantas manos, propias de esa institución o solidarias con ella, hacen desaparecer los efectos del huracán sobre el techo de la terapia o la cubierta del almacén de víveres, recuperados de inmediato. Una vez más, la voluntad prueba su fuerza, que en el hospital de Guanajay fue capaz de borrar a Rafael.