El Parlamento de Portugal acogió esta mañana por vez primera desde que la Revolución de los Claveles acabó con la dictadura el 25 de abril de 1974 una sesión solemne de homenaje a los acontecimientos ocurridos 19 meses después, el 25 de noviembre de 1975, que significaron el fin del convulso periodo revolucionario. El acto, marcado por la controversia por el rechazo que inspiró tanto en antiguos militares que lo protagonizaron como en los partidos de izquierdas, sirvió para constatar la radicalización del discurso de André Ventura, el presidente del partido de ultraderecha, Chega, contra la inmigración, que se ha convertido en el eje central de su acción política.
También lo hizo esta mañana al comparar “la amenaza de una dictadura soviética” en Portugal hace 49 años con “la nueva amenaza real de la inmigración descontrolada”. “Destruye nuestro país y nuestra identidad”, afirmó. Después de realzar el 25 de noviembre de 1975 como “el verdadero día de la libertad”, culpó a los extranjeros de “muchos delitos sexuales” sin ofrecer cifras para sostener esa afirmación. Y de nuevo se refirió al suceso que acabó con la muerte del caboverdiano Odair Moniz, tiroteado en octubre por agentes de policía en un barrio del área metropolitana de Lisboa. “49 años después los barrios periféricos de Lisboa y Oporto presentan nuevas amenazas y el país prefiere dar la razón a delincuentes que a las fuerzas de seguridad”, dijo en la tribuna.
La muerte de Odair Moniz, de 43 años, está bajo investigación judicial, aunque el agente que disparó ya reconoció que la víctima no portaba ningún arma cuando salió del coche tras ser perseguido por la policía. Moniz tenía un café en el barrio de Zambujal y ninguna cuenta pendiente con la justicia. Varios diputados socialistas abandonaron el hemiciclo mientras Ventura arremetía contra los inmigrantes y el sistema político. “Esta democracia no nos sirve, necesitamos una democracia mejor”, afirmó después de criticar la “corrupción que abril creó”. Junto a la inmigración, la corrupción es el otro gran pilar de la batalla política de la extrema derecha portuguesa, que llenó el país de carteles prometiendo “limpiar” la política. Esta mañana reiteró el mensaje: “Tenemos que limpiar la corrupción que abril creó, le duela a quien le duela”.
La sesión conmemorativa constató la división entre formaciones a la hora de interpretar aquella operación militar del 25 de noviembre, desplegada por los capitanes de abril para poner fin a la deriva extremista que había tomado el proceso político en las calles y en los cuarteles. La controversia sobre el formato de la ceremonia, tan solemne como el dedicado al 25 de Abril, cuando cayó la dictadura, fue evidente en los discursos y en las ausencias. Ninguno de los capitanes que hicieron aquella operación acudió al acto, a excepción de António Ramalho Eanes, que se convertiría en el primer Jefe del Estado elegido en democracia avalado con el prestigio logrado el 25 de noviembre como autor del plan de operaciones. Esta mañana se sentó en la tribuna de autoridades junto a otro antiguo presidente de la República, Aníbal Cavaco Silva.
Tanto el presidente actual, Marcelo Rebelo de Sousa, como el presidente de la Asamblea, José Pedro Aguiar Branco, hicieron discursos conciliadores que trataban de reparar el rechazo que ha suscitado la organización de este homenaje en las filas de la izquierda. El Partido Comunista Portugués boicoteó la sesión y no acudió, mientras que Joana Mortágua, la única diputada del Bloco de Esquerda presente, la calificó como “un ejercicio de revisionismo histórico” y “un disparate que revela la deplorable disponibilidad del PSD para ceder a la extrema derecha”. Mortágua recordó, sin citarlos, que el Centro Democrático y Social (CDS), socio minoritario del Gobierno de coalición conservador e impulsor del acto de este lunes, votó en contra de la Constitución en 1976.
El Partido Socialista, que fue el principal aliado político de los capitanes de abril que se movilizaron el 25 de noviembre, criticó que “la equiparación simbólica y escénica con la fecha fundadora del régimen democrático sea un camino que reabre heridas curadas hace mucho”. No intervino su líder Pedro Nuno Santos, sino el diputado Pedro Delgado Alves. Hubo, además, numerosos parlamentarios socialistas ausentes.
Aparte de las palabras también hablaron los gestos. En las bancadas de la izquierda, los parlamentarios lucían claveles rojos, símbolo del 25 de abril. El diputado del Partido Social Demócrata (PSD, centroderecha, en el Gobierno), Miguel Guimarães, defendió el 25 de noviembre como la fecha que permitió “una democracia liberal y pluralista, librándonos de una democracia popular de inspiración marxista”. Por el CDS intervino Paulo Nuncio, impulsor de la sesión solemne de esta mañana, con palabras apaciguadoras: “Noviembre no se hizo contra abril. Lo que celebramos aquí no es una contrarrevolución. El 25 de noviembre rescató el plan inicial de democratización”.
El presidente de la República, Marcelo Rebelo de Sousa, por su parte, recordó que, en términos históricos, el 25 de abril es el día “esencial” y que no existe “contradicción” entre ambas fechas. “El 25 de Abril abre un camino hacia la libertad y la democracia retrasado por la revolución y el 25 de noviembre da un paso muy importante en ese camino”, indicó.