En Algarrobo (Magdalena), la cotidianidad se rompió este miércoles. Las puertas cerradas de los comercios, las calles desiertas y el silencio inhabitual dejaron una estampa de temor en una localidad que, como muchas otras del departamento, vive bajo la sombra de los grupos armados.
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Todo comenzó con la circulación de un panfleto en el que un supuesto grupo criminal, las Autodefensas Conquistadoras de la Sierra Nevada (ACSN), ordenaba un paro armado.
Las palabras impresas parecían tener suficiente peso para convertir la actividad diaria en un vacío total, paralizando a la comunidad por completo.
La mañana amaneció en un silencio extraño, de esos que ponen los nervios a flor de piel. Los pobladores, usualmente visibles en las esquinas y frente a sus negocios, se habían refugiado tras sus puertas.
Nadie quería correr el riesgo de desafiar lo que para ellos parecía una advertencia de la violencia que, en otras partes del Magdalena, ya había dejado huellas profundas. En las redes sociales, los comentarios de temor se multiplicaban; Algarrobo estaba en alerta.
Gobernación negó veracidad de amenazas
Las autoridades se apresuraron a negar la veracidad de las amenazas. La Gobernación del Magdalena emitió un comunicado para desmentir la intimidación del grupo criminal en la zona.
Aseguraron que el panfleto era falso y reiteraron que el municipio contaba con el respaldo de las fuerzas de seguridad.
“Queremos entregarles un parte de tranquilidad a los ciudadanos”, insistió el secretario del Interior, Gabriel Escobar. Sin embargo, sus palabras parecieron llegar demasiado tarde, y el efecto del miedo ya estaba sembrado.
De forma inmediata, la administración departamental convocó una reunión de seguridad ante el supuesto paro armado por parte de actores criminales en este municipio.
Al finalizar el encuentro, el secretario de Interior expresó: “Luego de las labores de inteligencia, se pudo determinar que este panfleto era completamente falso, el municipio puede estar tranquilo”.
La Gobernación también instó a los habitantes a informarse a través de canales oficiales y a no caer en la propagación de noticias falsas.
A pesar de los esfuerzos por controlar el rumor, la desconfianza se apoderó de la población. Para quienes han vivido la amenaza de la violencia en carne propia, el simple rumor de un paro armado es suficiente para desatar la alerta.
Algarrobo fue, por un día, un pueblo fantasma. Nadie salió de sus casas, los negocios permanecieron cerrados, y el sonido del silencio fue el protagonista de una jornada que parecía suspendida en el tiempo.
Preocupación en la comunidad
Aunque al final del día no hubo disparos ni enfrentamientos, el miedo demostró ser una fuerza invisible que condiciona y manipula a las comunidades.
Este episodio fue una muestra más de cómo los grupos armados logran, incluso desde la ausencia, paralizar a la población con la sola mención de su nombre.
Mientras el departamento intenta recuperar su tranquilidad y el gobierno local busca retomar la calma, en las mentes de muchos persiste la pregunta de si algún día podrán vivir en paz, sin que una amenaza, real o imaginaria, convierta el amanecer en una señal de peligro.
Roger Urieles
Para EL TIEMPO Santa Marta
En X: @rogeruv