Los límites entre la realidad y la ficción se diluyen cuando se habla de delincuencia organizada y narcotráfico.
Grupos criminales en Costa Rica probablemente se nutren de la televisión para diseñar estrategias de expansión de sus ilegales negocios, y lo que ocurre con la banda de Alejandro Arias Monge, alias Diablo, es un buen ejemplo de ello.
Randall Zúñiga, director del Organismo de Investigación Judicial (OIJ), confirmó que delincuentes de Limón y Pococí se apropiaron de la “marca Diablo” como estrategia para extender operaciones del narco en otras regiones del país, especialmente en Guanacaste y la zona norte.
Aunque llegan a aquellas zonas identificados como células de Diablo, estos criminales no están en la “planilla” que paga Alejandro Arias. Esta figura de negocio reproduce lo que ocurre en Tulsa King, una serie de mafiosos transmitida en la plataforma de streaming Paramount Plus, según recordó el propio jefe policial.
Dwight Manfredi es un personaje ficticio interpretado por Sylvester Stallone en Tulsa King. Manfredi purgó 25 años en la cárcel por un crimen que no cometió y luego regresó a Nueva York para reclamar su parte del negocio del clan Invernizzi. Sin embargo, luego de años preso, ya no había espacio para él en la Gran Manzana y la única opción que le dejó la organización fue montar casa aparte en Tulsa, Oklahoma, y así extender el dominio territorial de la “familia”.
Al parecer, en el Caribe costarricense el modelo es parecido. A aquellos que deseen abrir un nuevo punto de venta de drogas, el clan les dice: “‘Váyase a tal lado, nosotros le damos las herramientas para que usted ocupe ese terreno, pero con el nombre de la mafia’; es decir, con el nombre de la marca Diablo”, explicó Zúñiga en entrevista con La Nación.
Este sistema permite que personas independientes utilicen la reputación criminal del Diablo para organizar actividades ilícitas sin formar parte de su estructura directa, ya que no están “en la planilla”.
“No son sucursales, es gente que hace su propio negocio por aparte”, agregó.
Aunque se presume que el Diablo se esconde en la zona norte, en territorio fronterizo con Nicaragua, Zúñiga sostiene que mantiene una gran influencia en Pococí, donde sigue girando instrucciones con ayuda de familiares o allegados. Es allí donde nace la expansión de la “marca Diablo” a otros territorios.
Su captura, que era una meta del 2024, es una deuda pendiente para las autoridades judiciales. Con una notificación roja de Interpol activa desde hace tiempo, su localización se complica debido a sus movimientos, pues se presume que también se refugia en fincas nicaragüenses.
El director de la Policía Judicial argumenta que Diablo ha desarrollado mecanismos de protección muy sofisticados y su captura, ese “trofeo final”, exige estrategias diferentes, no tradicionales, y recursos económicos que el país no tiene.
“Entonces, bajo la estrategia normalita, difícilmente podremos detenerlo”, reconoció.
Debilitamiento de la organización
A pesar de las dificultades para capturar a Alejandro Arias, las autoridades han logrado debilitar significativamente su organización en los últimos meses.
Una de las operaciones más importantes se ejecutó a finales del año pasado, cuando el OIJ realizó 40 allanamientos simultáneos en diferentes provincias como Limón, Alajuela, San José y Heredia. Como resultado, fueron capturados 45 de sus aliados más cercanos, incluidos su pareja sentimental, apellidada Jiménez Villalobos, de 30 años, y su hermana, Marín Jiménez, de 43 años.
Días después del operativo, su padre, de apellidos Arias Azofeifa, de 65 años, se entregó a las autoridades tras permanecer prófugo inicialmente. Del total de detenidos en ese momento, 19 permanecen en prisión preventiva.
Este golpe desarticuló una parte importante de la estructura de apoyo directo de Arias, aunque su capacidad para operar desde las sombras sigue siendo un desafío para las autoridades.
El 28 de octubre del 2016, alias Diablo salió de la cárcel en Pococí tras cumplir un año y dos meses de prisión preventiva como sospechoso de dos asesinatos. Desde entonces se desconoce su paradero.
En marzo del 2019, la Policía Judicial afirmó que Arias lideraba una banda que robó más de 200 reses en menos de un año. Aunque en aquella época se detuvo a gran parte de la organización, Diablo comenzó a escabullirse.
Su nombre fue aún más notorio en setiembre del 2020, cuando Arias supuestamente difundió audios en los que amenazaba con matar a agentes del OIJ y oficiales de la Fuerza Pública.