El amor por el arte unió sus caminos. Carlos, percusionista de la agrupación San Cristóbal Son, llegó al Conjunto Artístico Integral de Montaña (CAIM) de Pinar del Río en 2001. Michi, amante del baile, lo hizo poco después, en 2005. Ambos sancristobalenses fraguaron sus vidas artística y personal a la cobija del Conjunto, radicado en Bahía Honda.
La transformación de ese CAIM, devenido Conjunto de la nueva provincia Artemisa, provocó la pérdida de muchas de sus unidades artísticas. Incorporar a nuevos talentos constituía tarea primordial. Carlos y Michi, junto a otros integrantes, decidieron crear un proyecto cultural en San Cristóbal.
Panal de la Fantasía
La idea inicial tuvo como referente La Colmenita. El propósito era atraer a niños con vocación por el arte e incentivarlos en la práctica de tradiciones cubanas.
El 4 de abril de 2018 ocurrió la primera presentación, durante los festejos por el aniversario de la Organización de Pioneros José Martí y la Unión de Jóvenes Comunistas. “Actuamos frente a la sede municipal de la organización juvenil. El público colmó el lugar. Teníamos miedo, pero la actividad quedó maravillosa”, recuerda Carlos, quien considera el hecho como fundación del Panal de la Fantasía.
Meses después, él y Michi visitaron con sus pupilos la sede de la Compañía Infantil La Colmenita, en La Habana. “Intercambiamos y hasta actuamos en su teatro. Cremata quedó maravillado; desde entonces, nos comenzó a enviar textos martianos para estudiar”, rememora ella. El apoyo motivacional de una agrupación que a todas luces admiran, resultó impulso decisivo para seguir adelante. Mas las abejas de San Cristóbal querían construir un panal propio: a su imagen y semejanza.
“Con el CAIM habíamos andado Cuba entera, compartido con otros conjuntos, apreciado un tipo de espectáculo más musical, danzario; eso decidimos incorporarlo, porque al principio hacíamos demasiado teatro. Así, modelamos nuestra propia idea y hasta asumimos un vestuario distintivo: pulóver blanco con el nombre del proyecto y jean azul. Además, compramos calzado apropiado para danzar y actuar, con el apoyo de los padres”, explica Carlos, formado ya como director artístico desde años atrás, resultado de su afán constante de superación.
Si bien Panal de la Fantasía se concibió inicialmente para pequeños entre cinco y 15 años; fue preciso ampliar el rango etario, pues muchos de los fundadores rebasaron esa edad y se mantienen integrados. Actualmente, agrupa unos 50 miembros.
El grupo gestor está compuesto por tres instructoras de arte de las manifestaciones danza, teatro y música, una asistente de dirección, una productora; Daymaris Mezquía Véliz (Michi), coreógrafa y gestora principal; y Carlos García Hernández, gestor general.
Con los años, han cautivado a un público que les aplaude y exige a la vez, nuevas y mejores presentaciones. Los mayores seguidores son los sancristobalenses, quienes disfrutan de su talento en casi cualquier evento cultural que acontezca en esos predios. No obstante, el Panal ha actuado en múltiples sitios de la provincia y de la capital cubana.
“En la Casa de la Música de Artemisa, en el Cine Yara, en el Teatro Lázaro Peña, entre otros centros. Participamos en la rueda de casino gigante organizada en La Habana que engrosó la lista de Récord Guinness. Hemos sido invitados a festivales muy competitivos. Todas esas experiencias aportan a nuestra formación”, cuenta Michi.
La dinámica cada vez más intensa del proyecto “obligó” a la pareja a decir adiós al Conjunto, para dedicarse por completo al Panal. Sin embargo, los vínculos se mantienen.
Familia de talento y corazón
No solo la calidad artística, sino también la humana, constituye un principio esencial en el Panal de la Fantasía. Germinó y ha crecido como una gran familia. Y no se trata de una frase archiconocida, ni un slogan. Es un modo de hacer y asumir el arte.
Desde pequeño Andros Cruz Gómez tuvo aptitudes para el baile. Tenía 12 años cuando ingresó al proyecto como uno de sus fundadores. En él, transcurrió su etapa de enseñanza secundaria y preuniversitaria. El ahora adolescente de 18 años, conquistó un cupo para estudiar la especialidad de Danza Folclórica en el Instituto Superior de Arte, con exelentes resultados en los exámenes.
“El Panal para mí es una escuela. Me forjó el verdadero bailarín que llevaba dentro. He visitado lugares y he tenido experiencias muy valiosas. No solo como artista, me ha formado además como persona, me ha inculcado valores”.
Manifiesta que ha sido, incluso, un espacio de refugio ante las adversidades. “Recuerdo como me ayudó a lidiar con el divorcio de mis padres. Asistir a los ensayos, formar parte de los espectáculos, compartir con los demás miembros como la familia que somos…, todo ello me ayudó a superar ese proceso doloroso y que no se convirtiera en un hecho traumático”.
Andros es apenas una muestra de cuánto bien hace el proyecto en la formación de niños y adolescentes. Ocupar tiempo libre en hacer arte y cultivar valores y conciencia, sin dejar horas para los malos ambientes: ese es su principal aporte.
“Especialistas del Centro de Diagnóstico y Orientación del municipio valoran la integración de algunos de sus casos al grupo, ya sean asuntos de discapacidad física, intelectual, trastornos conductuales…”, expone Natacha Naveira Martínez, quien se desempeña como asistente de dirección, es directora del Palacio de Pioneros Paquito González Cueto y posee amplia experiencia en el trabajo con niños.
Habla con el convencimiento emanado, no solo de su conocimiento como profesional, sino también de su vivencia como madre de una niña integrada por años al Panal. “Me siento muy feliz con la influencia que ha tenido en mi hija. En él todos somos una familia, no solo los miembros, sino también los padres, que nos motivamos y apoyamos a los muchachos en todo lo que podamos”.
Proyecciones
Gracias a la formación recibida en el Panal de la Fantasía, 15 niños estudian en los diferentes niveles de la Enseñanza Artística. Constituye uno de los resultados más loables, el cual sus fundadores aspiran sostener. “Pretendemos lograr que al menos un 30% de los integrantes se incorporen a las escuelas de arte”, apunta Carlos.
Ese es el sueño de Pedro Manuel Capote Cruz, un adolescente integrado hace apenas uno y medio años. “En poco tiempo ya me considero uno más de la familia, como fundador. El próximo año me presento a las pruebas de la ENA, en teatro. Me estoy preparando para eso”, nos cuenta entusiasmado.
A pesar de los meritorios resultados de más de seis años de trabajo, Panal de la Fantasía no constituye un proyecto con financiamiento asignado. Carlos puntualiza que el asunto debe resol- verse en breve, y ojalá que así sea.
Hasta hoy, la inmensa mayoría de los gastos han sido asumidos por los miembros del grupo gestor y los padres de los muchachos. “Nos pusimos de acuerdo para entregar una cuota mensual para pagar vestuario, transporte… hasta donde alcance”, explica Leyanis Mezquía Reinoso, la productora y madre de dos adolescentes vinculados al proyecto.
Entre los propósitos inmediatos están las presentaciones en lugares de San Cristóbal con problemáticas sociales, comunidades alejadas del casco urbano y barrios en trasformación, donde resulta menos frecuente la celebración de actividades culturales. Allí llevan cultura y entretenimiento este verano.
Carlos y Michi han fundado una familia cimentada en el amor por el arte. En cualquier horario y día de la semana podemos encontrar su casa “tomada por los muchachos”. Tal parece que vivieran en un ensayo sin fin. Su panal es hogar, proyecto de vida para muchos. ¡Vaya matrimonio dichoso!