Desde mediados del siglo XVII se cuentan historias y leyendas de milagros y aparecimientos de vírgenes milagrosas a las que aún se les guarda culto.
Con la llegada de los españoles, la conquista y el reduccionismo de los indígenas, también se impuso la religión católica y con ellos llegó la veneración a ciertas imágenes a las cuales se les atribuían milagros y favores.
El historiador Gerardo Nicola López señala que “al introducir las imágenes para llenar los retablos o los altares, había que darles cierto carácter esotérico de misterio, de milagro, creando leyendas respectivas con lo cual, ya dejaba de ser la imagen de Dios o de su Santa Madre, para convertirse en el ídolo milagroso, carácter que mantienen hasta hoy para la gran mayoría del pueblo”, afirma.
En Tungurahua la situación no fue distinta y se trajeron y fabricaron imágenes que inician con su culto más devoto a partir del siglo XVII.
Nuestra Señora del Rosario de Agua Santa de Baños
Según los datos históricos, este culto comienza con Nuestra Señora de Monserrate como recuerdo y afecto para la patria Catalana distantes para quienes vinieron desde allá.
Nicola en sus textos comenta que al parecer al inicio solo fue una pintura, pero para mediados del siglo se dice que la familia Guerrero trajo la escultura de la Virgen desde Barcelona.
Los conocedores dicen que de la primera imagen solo se conserva el busto, que es de madera incorruptible y el rostro sobrepuesto de estaño. La imagen mide 1.39 m de alto.
TOME NOTA La Virgen de la Elevación fue reconocida como patrona de la Diócesis de Ambato.
Dentro de las leyendas y milagros de esta imagen se cuenta que en 1679 hubo intensos temblores, que tal vez fue el motivo para que dejaran de emanar las aguas termales.
El cura de Baños sacó en procesión la imagen de la Virgen que hasta ese entonces se llamaba del Rosario, al llegar al lugar donde antes emanaba el agua comenzaron a cantar y rezar, seguido a esto varios hombres comenzaron a cavar y de inmediato brotó el agua, desde entonces se comenzó a llamar Nuestra Señora del Rosario de Agua Santa.
Sobre la aparición de la Virgen existen varias leyendas, que ahora se encuentran pintadas en grandes cuadros en la iglesia de Baños, entre ellas está la que cuenta que un día se asomó una mula sin su arriero, con una caja cerrada en su lomo, esta se echó a descansar frente a la capilla, así pasó la mula sentada afuera, hasta que el cura de la iglesia junto con los habitantes abrieron la caja en donde apareció la imagen de la Virgen, este milagro fue difundido por los devotos por todo el Ecuador.
Nuestra Señora de la Elevación
La Virgen de la Elevación fue reconocida como patrona de la Diócesis de Ambato, porque así lo decidió el clero en 1952. La imagen principal en donde se la venera y se realiza su fiesta está en la Basílica de la parroquia de Santa Rosa.
Esta Virgen está pintada en un cuadro. Es la madre de Cristo que está representada como una reina por consiguiente, lleva corona, túnica y mantos reales, en su brazo izquierdo sostiene al niño Dios. Se puede ver a la luna y a un ángel. Este lienzo se dice que fue encontrado por Monseñor José Abel Vásconez y Andrade.
En la enciclopedia de Tungurahua se cuenta que la leyenda de la aparición de la Virgen y dice que: en 1695 fue un año de hambruna debido a la sequía que azotaba lo que hoy es Ecuador, entonces Don Sebastián de Soria que vivía en Tumbaco, envío a un indígena a que vaya donde su pariente Don Antonio Garcés y Aguilar que tenía una hacienda en Pilahuín en el sector de Chiquicahua para que envié productos, pues ahí la sequía no había sido tan fuerte.
La leyenda cuenta que en la noche del 12 al 13 de noviembre de 1695 se le apareció la Virgen al indígena enviado cuyo nombre era Juan Chacarín, según los relatos este se había quedado a descansar en una cueva de la hacienda en Chiquicahua, se dice que aquí incluso la Virgen le advirtió de un terremoto y calamidades si la gente no cambiaba su comportamiento.
La historia cuenta que todo esto debía ser contado a Fray Francisco de Araujo y Tabuada, cura de Santa Rosa, quien al escuchar esto no quiso creer en la palabra del indígena, pero con el tiempo se trasladó a Tumbaco a escuchar de nuevo a Chacarín y preguntar sobre su reputación.
El Fray creyó conveniente que se deba pintar la imagen de esta Virgen según los relatos del indígena y buscaron a un artista en Tumbaco. Al final, el Fray llegó a Santa Rosa con la imagen a finales de octubre de 1698, en medio del desconcierto por el terremoto.
DATO En las parroquias y cantones de la provincia hay diferentes vírgenes a las que se les rinde culto.
La imagen de la Virgen es la obra de un pintor anónimo del siglo XVI, se dice que luego se le pintaron más agregados, esta imagen aún permanece en esta parroquia y se le atribuyen varios milagros.
Cuando estaba hecho cargo de la parroquia el sacerdote José Vásconez y Andrade llevó a restaurar la imagen, esto luego de varias negociaciones con la comunidad que no querían que se saque la imagen de la parroquia. Se la trasladó a Quito para que el profesor Carlos Barnas la restaurara.
El historiador Gerardo Nicola López cuenta que al regreso de la imagen se la recibió con una calle de honor con todos los pobladores, una lluvia de pétalos de flores y una ceremonia de reconocimiento al restaurador a quien se le entregó una medalla de plata y una placa de plata.
La Virgen del Monte
En Quero se venera a la Virgen del Monte y se la festeja el 15 de enero de cada año desde 1678. Esta imagen mide cinco centímetros y está sentada sobre un arbolito de oro, que puede representar un árbol de arrayán.
La Virgen sostiene en su mano derecha un rosario y en su regazo está sentado el niño Dios, que sostiene una diminuta esfera coronada con una cruz. La Virgen viste una túnica y un manto anudado en el cuello. Se dice que esta Virgen es una imitación de Nuestra Señora de Olivar en España. La imagen se encuentra en el interior de una urna de cedro negro y la parte frontal lleva adornos de plata repujada.
Esta obra es colonial, la tradición indica que fue la señora Felipa Rosero, distinguida dama quereña, quien regaló una shigra llena de plata para que se confeccionen estos adornos, al reverso de la urna hay una pintura que cuenta el milagro de la Virgen.
En la pintura se puede ver un cielo azul con nubes blancas y elevando hasta ellas un árbol de arrayán y ahí a la Virgen. A un lado aparece una joven blanca de rodillas con el atuendo del siglo XVII, se la ve atenta a la imagen y con las manos juntas.
En un cuarto del cuadro se ve ganado que pasta tranquilamente, esto representando a Sabañag al pie del monte Mul Mul, a los lados está Santa Catalina y Santo Domingo. Se desconocen los nombres de los artistas que pintaron este cuadro y de quienes hicieron la urna.
Se dice que la milagrosa aparición se realizó al norte de la comunidad de Jaloa que se conocía con el nombre de Sabañag, para mediados del siglo XVII era una gran zona boscosa, para llegar al lugar donde pastaban había que cruzar el río amarillo.
La leyenda cuenta que el matrimonio Jácome – Pallo adoptó un niño que no tenía habla, con el tiempo lo hicieron cargo del pastoreo, cuando ya era joven se dice que durante sus recorridos cruzaba el río y se quedaba por varias horas contemplando la punta del árbol de arrayán.
Con el tiempo comenzó a repetir el mismo recorrido en las noches hasta el sitio de pastoreo, sus padres se dieron cuenta de esto y en una ocasión lo siguieron con los vecinos y desde el otro lado del río pudieron ver una luz resplandeciente en plena oscuridad, este comportamiento y avistamiento fue notificado a los padres dominicanos de Quero.
El joven pudo hablar y contó sobre la Virgen. Aquí se fundó una iglesia donde reposaba la imagen, que luego fue llevada hasta el centro del cantón.
La Niña María de Jerusalén
De esta imagen que se venera en San Miguelito de Píllaro existen datos que la colocan a finales del siglo XVII, en los relatos se habla de una imagen pintada en una piedra pequeña. El religioso Jesuita Bernardo Recio escribió un libro titulado ‘Compendiosa Relación de la Cristiandad en el Reino de Quito’, aquí se habla del culto a esta imagen.
Se dice que esta imagen fue enterrada en el terremoto de 1798 cuando cayó la iglesia, los padres de José Robalino, llamados Joaquín Robalino y Baltazara Núñez, desenterraron casualmente la imagen y la llevaron hasta su casa en San Miguelito en donde la tenían en un pequeño oratorio y en circunstancias de calamidad la sacaban en procesión por los caminos y terrenos.
Con los conflictos de la independencia en 1820 nadie se preocupó de devolver la imagen, por lo que se quedó con la familia.
El cura de Píllaro rogó a la familia Robalino que oculten a un caballero que estaba a favor de la independencia, pues era ferozmente perseguido, su nombre era Mariano Egüez, se dice que lo escondieron en una cueva por un año y que salió cuando la guerra estalló de nuevo en 1821.
La imagen desapareció y se culpaba a Egüez, pero en 1843 regresaron al lugar y se encontraron con que la imagen estaba en el sitio, esta se encontraba corroída por la humedad y se trató de rehacerla, pero no se encontró al artista capaz y se dejó la piedra donde se encontró.
Entre sus ruegos la familia clamaba por alguien que pueda devolver la vida a la imagen, en medio de sus oraciones escucharon una voz que decía: “Levántate y álzame”, se dice que no le hicieron caso, pero que al dormirse se la encontraron en sueños y la Virgen les dijo que apenas se levante la alzaren y la llamaran: “Niña María de Jerusalén”.
José Robalimo se levantó y encontró intacta la imagen de la Virgen, en 1844 se depositó la imagen en la iglesia de San Miguelito, aquí se organizó una gran fiesta. Desde ahí se le atribuyen varios milagros a esta imagen que tiene miles de devotos en todo el Ecuador.