El alto el fuego en Gaza atraviesa este domingo una de sus mayores crisis, a seis días de que concluya su primera fase sin haber comenzado siquiera las negociaciones de la segunda. Los polvos de los últimos días han acabado convertidos en lodos esta madrugada, cuando el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, ha anunciado que no excarcelará a los más de 600 presos palestinos que, según los términos del canje, debe desde el sábado hasta recibir garantías de que Hamás no organizará más “ceremonias humillantes” en la próxima entrega de secuestrados. El movimiento islamista ha reaccionado acusándole de recurrir a un “argumento endeble” para “eludir las obligaciones del acuerdo”. Las familias de los reclusos estuvieron esperando las excarcelaciones desde el mediodía del sábado, cuando Hamás entregó seis rehenes israelíes. Es el primer canje, en cinco semanas tregua, que queda pendiente de conclusión. La próxima entrega, de cuatro cadáveres, está prevista para el sábado y será la última de la primera fase de la tregua.
En su comunicado, Netanyahu acusa a Hamás de “reiteradas violaciones” del acuerdo del alto el fuego. “Incluidas las ceremonias que humillan a nuestros rehenes y la explotación cínica de nuestros rehenes con fines propagandísticos”, añadió.
Anoche, mientras se reunía con su gabinete de seguridad con la excarcelación ya acumulando horas de retraso, Hamás difundió un vídeo de propaganda y presión psicológica en el que revelaba que otros dos rehenes israelíes en Gaza habían sido obligados ese mismo mediodía a presenciar desde dentro de un vehículo la liberación de sus compatriotas. Son Evyatar David y Guy Gilboa Dallal, que solo recobrarán la libertad en la próxima fase de la tregua, que tiene un futuro incierto y a la que Netanyahu se resiste porque implicaría el fin de la guerra. En la grabación, aparecen llevándose las manos a la cabeza al ver la libertad tan cerca y pidiendo a Netanyahu que acabe de una vez la guerra, porque “la presión militar” los va a matar y solo desean volver a sus casas. El vídeo es para el principal foro de familiares de rehenes, “una repugnante prueba de crueldad”.
Este domingo, Hamás ha condenado “enérgicamente” la decisión, que “muestra la falta de fiabilidad” de Israel “a la hora de cumplir sus obligaciones”. “El verdadero insulto es al que son sometidos nuestros presos durante el proceso de liberación, desde torturas, palizas y humillaciones deliberadas hasta el último momento”, ha señalado, en un cruce de reproches.
Israel ya frenó la excarcelación, en vulneración del acuerdo, antes de la difusión del vídeo. Los incumplimientos y provocaciones de los últimos días han enrarecido aún más el ambiente. Este sábado, el presidente de EE UU, Donald Trump, señaló que Netanyahu “no está dividido” en torno a reanudar o no la guerra cuando termine la primera fase, sino que “quiere entrar” en Gaza.
Primero fue la entrega de los primeros cadáveres de rehenes, el jueves. No solo hizo tensar el acuerdo de alto el fuego a causa de la truculenta ceremonia (con los ataúdes expuestos sobre un escenario y Netanyahu retratado como un vampiro sediento de sangre), sino también porque uno de los cadáveres no correspondía con el prometido (Shiri Bibas), ni con el de ningún otro rehén. Hamás admitió un error (por la mezcla de los restos con los de víctimas mortales palestinas de los bombardeos en Gaza) y se apresuró a enviar un segundo cadáver que, esta vez sí, dio una identificación positiva en las pruebas de ADN. Netanyahu lo consideró una maniobra “cínica” y prometió que pagaría el precio.
“Trato degradante”
La exposición de los ataúdes generó incluso la intervención del secretario general de Naciones Unidas, António Guterres, que recordó que todo canje “debe cumplir la prohibición de trato cruel, inhumano o degradante”. El Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Volker Türk, tildó el espectáculo de “abominable”. En general, las ceremonias con los rehenes, saludando al público y hablando, como si fuese motu proprio, han ido recibiendo cada vez más críticas con el paso de las semanas.
Este sábado, Hamás las organizó para cinco de los rehenes. Aparecieron vestidos como soldados, pese a ser civiles. El sexto, el palestino con ciudadanía israelí Hisham al Sayed, fue entregado a la Cruz Roja sin pompa. Hamás explicó que en señal de respeto. Es árabe, padece un trastorno mental y permanecía retenido en Gaza desde 2015, después de entrar en tres ocasiones por su propio pie en el enclave.
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Esa misma tarde, según los términos del canje, debería haber sido el turno de la excarcelación de más de 600 de los alrededor de 10.000 presos palestinos en cárceles israelíes. La mayoría, capturados durante la invasión de Gaza. Otro medio centenar cumple al menos una cadena perpetúa por ataques letales contra israelíes y otros 60, penas largas de prisión.
Por segundo canje consecutivo, el servicio penitenciario israelí inscribió en la vestimenta de los presos una frase vengativa. En esta ocasión, perteneciente a los Salmos: “Perseguiré a mis enemigos, y los alcanzaré, y no me volveré hasta acabar con ellos”. Luego, sin anunciarlo oficialmente, Netanyahu fue retrasando la excarcelación durante horas, hasta reunirse con el gabinete de seguridad. Fue sobre esa hora cuando Hamás difundió su vídeo propagandístico.
Dentro de la batalla por el relato que ambas partes disputan, esta misma semana las autoridades del Estado judío permitieron la entrada en la cárcel israelí de Ofer, en la Cisjordania ocupada, de un equipo de televisión que entrevistó a uno de los presos palestinos más conocidos de la presente guerra. Se trata de Husam Abu Safieh, director del hospital Kamal Adwan de Gaza, al que se pudo ver con las manos y los pies esposados junto al periodista Yossi Eli, que iba con atuendo policial, porra incluida. Safieh declaró que todavía no conoce el motivo de su detención a finales de 2024. La familia del facultativo calificó la emisión a través de un comunicado de “terrorismo psicológico”.