No era diciembre. Tampoco enero. Pero el tercer mes del año sirvió de escenario perfecto para rendir homenaje a los maestros de Alquízar y a su mentor, el Apóstol José Martí.
En la tarde del domingo, la Respetable, Centenaria y Meritoria Logia Luz del Oeste abrió sus puertas para reunir a varias generaciones en un acto que tenía un único propósito: agradecer a quienes dedican su vida a la enseñanza.
La tarde se llenó de emociones, risas y recuerdos. La enseñanza, considerada la más grande y hermosa profesión, fue el hilo conductor de un evento que recordó la importancia de los educadores en la formación de las nuevas generaciones.
¿Qué es un maestro sino un ser que lleva en sí tanta luz, incluso para encender la luz que llevan otros?, reflexionó uno de los asistentes, evocando la figura de Martí, quien fue maestro y masón.
La elección de los invitados no fue tarea fácil. Alquízar cuenta con una rica tradición educativa y una lista interminable de maestros que han dejado huella en sus estudiantes: Felipe, Jorge, Natalia, Ovidio, Raquel, Gladys, Ángela, Juan, María del Carmen, Capetillo, Ana Belkis, Olguita, Mercedes, Artira, Mayra, Armando, Grisel, Ana, María Luisa, Francisco, Idalmos, Justo y Elena, engrosaron la lista de los elegidos esta tarde.
Entre ellos, destacó la presencia de dos estudiantes de la Facultad de Ciencias Pedagógicas de la Universidad de Artemisa, quienes también quisieron rendir tributo a sus mentores.
Maritza Rodríguez, una maestra que no pudo contener las lágrimas al recordar su paso por las aulas, expresó: «Si vuelvo a nacer diría que sería otra vez maestra». Su testimonio puso de manifiesto el profundo vínculo que se crea entre educadores y alumnos.
«Yo fui una maestra recia. Me gustaba que en el aula los docentes dieran lo todo de sí, en cambio yo les ofrecía mi mejor versión», añadió con voz temblorosa.
El doctor Julio César Pérez, miembro de la Logia también tomó la palabra para agradecer a los profesores: «Gracias por encender la curiosidad en nosotros. Por su incansable paciencia y su capacidad de adaptar sus métodos a cada uno de nosotros según nuestras necesidades».
Su oratoria reflejó el sentir general del pueblo alquizareño hacia aquellos que han dedicado su vida a formar ciudadanos.El sacerdote de la localidad, Diosvani Yera destacó el lugar especial que ocupan los maestros en sus oraciones.
«Nadie deja de ser maestro porque se retire de las aulas. Es un don que se lleva siempre», afirmó con convicción. Su mensaje resonó en el templo, donde incluso los maestros más imposibilitados hicieron acto de presencia, agradeciendo el homenaje y recordando a aquellos que desde el cielo miran con orgullo a sus discípulos.
El acto no solo fue un reconocimiento a los vivos, sino también un tributo a quienes han partido. María de los Ángeles Miguel compartió su felicidad por el homenaje: «He llorado. Ha sido extremadamente grato y modesto. Hemos visto recibir un homenaje a los vivos, pero nos complace recordar a quienes ya no están».
La Logia Luz del Oeste se convirtió en un faro de gratitud y reconocimiento hacia aquellos que han dedicado su vida a iluminar el camino del conocimiento. En medio de aplausos y sonrisas, se escucharon décimas del maestro y poeta René Hojas que celebraron la labor del maestro.
Las palabras de Roberto Rodríguez Blanco, miembro de la Logia, José Ramón Pita, orden Caballero de la Luz, si bien no fueron las únicas, resultaron conclusivas:
«El pueblo de Alquízar se reunió para honrar a esos seres benditos que un día supieron escuchar en su corazón la voz del magisterio y encauzar su camino para serlo y en sus pasos, eliminar de nosotros esa enfermedad espiritual con la cual todos nacimos: la ignorancia»