En Nsok Nzomo, distrito de la provincia de Kié-Ntem, en la región continental de Río Muni (Guinea Ecuatorial), se levanta el Hotel Nsok Nzomo, un complejo de lujo descrito por su propietario, Manuel Osa Nsue Nsua, como “un oasis de tradición y lujo en el corazón de África”. Lo que no menciona el Primer Ministro es que ese “oasis” parece financiarse presuntamente con dinero público y con el poder que él mismo ostenta.
El Hotel Nsok Nzomo, junto con la Clínica Nsok Nzomo, su residencia privada minimalista, y varios negocios exclusivos como Terraza Mykonos, Torre Caleyma, Sport Club Malabo o Café del Mar, forman parte del Grupo Caleyma, gestionado por Osa Nsue Nsua y su esposa, Dolores Fernández Valbuena.
A esta red se suman propiedades en España, conformando un patrimonio presuntamente difícil de justificar con los ingresos de un funcionario público. Muchos ciudadanos se preguntan con ironía: ¿se puede construir una fortuna de miles de millones de francos CFA trabajando para el Estado? Y si la nueva ley exige declarar los bienes, ¿por qué el Primer Ministro no empieza por dar ejemplo?
La última polémica se desató con motivo del desfile nacional del 12 de octubre. Según ha sabido Diario Rombe, más de un centenar de empleados del Instituto de Seguridad Social de Guinea Ecuatorial (INSESO) fueron trasladados a Oyala, bajo coordinación directa de no sólo del Delegado Nacional de la institución sino de la Presidencia del Consejo de Administración del instituto que preside Manuel Nsue Osa.




Nada habría de reprochable si no fuera porque, según fuentes internas, por orden del propio Primer Ministro, también Presidente del Consejo de Administración del INSESO, los funcionarios fueron hospedados en el Hotel Nsok Nzomo donde estarán alojados durante 7 días, y los gastos corrieron a cargo del INSESO, una institución pública. En otras palabras, Manuel Osa Nsue Nsua ordenó que el Estado pague por utilizar su propio hotel, un caso claro de conflicto de intereses y abuso de poder.
Una práctica que ilustra cómo las instituciones del país se han convertido en instrumentos al servicio de la élite política, donde las decisiones administrativas se toman no por interés público, sino por beneficio personal y familiar. El nepotismo en torno al INSESO es un secreto a voces: altos cargos y directivos comparten vínculos familiares o políticos con el Primer Ministro, consolidando un sistema cerrado que garantiza impunidad y enriquecimiento mutuo.
Mientras tanto, los asegurados del INSESO siguen enfrentando carencias en la atención sanitaria, hospitales sin recursos y servicios precarios, mientras el dinero público financia hoteles, terrazas y clínicas privadas de los dirigentes. “Guinea Ecuatorial necesita instituciones al servicio de los ciudadanos, no instrumentos de enriquecimiento personal. Pero mientras el poder siga concentrado en manos de quienes utilizan el Estado como empresa familiar, la corrupción, el favoritismo y la falta de rendición de cuentas seguirán siendo la norma.”, lamenta un funcionario en declaraciones a Diario Rombe bajo anonimato.
El Hotel Nsok Nzomo no es solo un símbolo de lujo: es también un reflejo del precio que paga el país por sostener un sistema donde el poder y el dinero duermen bajo el mismo techo.