Donald Tusk ha querido marcar el primer aniversario de las elecciones del 15 de octubre de 2023, que terminaron con ocho años de deriva autoritaria del Gobierno de Ley y Justicia (PiS) en Polonia, con la presentación de una estrategia de migración que incluye medidas que adelantan por la derecha a los ultraconservadores, conocidos por sus discursos y políticas xenófobas. El primer ministro liberal ha anunciado una de las principales iniciativas del programa bautizado como “Recuperar el control, garantizar la seguridad” para los próximos años: la suspensión temporal territorial del derecho al asilo.
El dirigente liberal al que buena parte de Europa miró hace un año como la esperanza para frenar a la extrema derecha, ha asegurado este sábado en el congreso de su partido, Plataforma Cívica (PO), que presentará su plan ante el próximo Consejo de Ministros del martes y después lo defenderá en Bruselas. “Queremos recuperar el 100% del control sobre quién viene a Polonia”, ha reivindicado ante los militantes de la formación de centroderecha en Varsovia, a pocos días de una cumbre europea en la que los jefes de Estado y de Gobierno abordarán la inmigración, entre otros asuntos.
La propuesta del líder, que ha recuperado la relación con Bruselas tras años de distanciamiento y choques por el deterioro del Estado de derecho, traspasa una línea roja con una medida que supone la violación de un derecho humano fundamental. Tusk ha insistido además en su rechazo al nuevo pacto migratorio europeo, un desafío que comparte con el nacionalpopulista húngaro Viktor Orbán. “No respetaremos ni implementaremos ninguna idea europea o de la UE si estamos seguros de que socavan nuestra seguridad. Nadie me obligará ni me convencerá de firmar el pacto migratorio”, ha asegurado.
Tanto Tusk como el jefe de la diplomacia polaca, Radoslaw Sikorski, llevaban meses cuestionando el derecho de las personas a buscar refugio en un país seguro consagrado por la Convención de Ginebra de 1951. “Se está utilizando en contra de la esencia del derecho de asilo”, ha afirmado Tusk este sábado. ”Sabemos muy bien cómo lo utilizan [Aleksandr] Lukashenko, [Vladímir] Putin, los contrabandistas, los traficantes de personas”, ha continuado. La retórica clásica de derechas, que vincula la inmigración con la seguridad, en Polonia tiene el éxito prácticamente garantizado si se enlaza con la amenaza rusa, un enemigo que nadie discute en el país.
Los gobiernos polacos, tanto este como el anterior, hablan de las personas que tratan de entrar en el país desde la frontera oriental más como armas de una guerra híbrida que como refugiados. Desde 2021, el régimen de Lukashenko en Bielorrusia, aliado del Kremlin, ha usado la inmigración para tratar de desestabilizar las fronteras de la UE, especialmente en Polonia. PiS empleó mano dura en la boscosa linde, construyó una valla, estableció un estado de emergencia para impedir que nadie se acercase, incluida la prensa y las ONG, y recurrió a prácticas prohibidas por el derecho internacional de asilo como las devoluciones en caliente.
Cuando estaba en la oposición, PO y sus socios en el Gobierno denunciaron estas decisiones. Este sábado, Tusk —cuyo Ejecutivo de coalición con fuerzas de centroderecha y progresistas ha continuado y reforzado las mismas medidas en la frontera con Bielorrusia— ha acusado a sus predecesores de ser el Gobierno “más proinmigración de Europa” y de no haber controlado “una oleada migratoria” que, según él, “ha inundado a Polonia”.
En un difícil ejercicio de equilibrismo, el primer ministro intenta proyectar una imagen humana que le distancie de PiS. “No hay política más humana, entendida como prevención de catástrofes, que proteger eficazmente esta frontera”, ha argumentado. Al reforzar la línea divisoria —un terreno fangoso con temperaturas gélidas en invierno donde han muerto decenas de personas—, y enviar el mensaje de que es “infranqueable”, “nadie morirá en esta frontera”, ha explicado. Al tiempo que ha advertido: “No hay forma de que alguien entre ilegalmente en Polonia y nosotros hagamos la vista gorda”.
Para el dirigente liberal, “el problema de la inmigración ilegal es hoy la cuestión más importante en Polonia, en Europa y en el mundo”. Tusk afirma que la ciudadanía “tiene un miedo de carácter civilizatorio”, del que culpa al discurso xenófobo de PiS, pero del que realmente no se aleja. Dice, por ejemplo, que es normal que si llegan personas de otra cultura al país, las familias polacas se sientan amenazadas, y se propone garantizar la seguridad con su estrategia. “Reduciremos la inmigración ilegal en Polonia al mínimo, erradicaremos aquellas prácticas que violan la seguridad de las mujeres, los hombres y el Estado polaco. Eliminaremos estas prácticas a cero para recuperar totalmente el control sobre quién viene, por qué viene y qué tan útiles pueden ser”, ha proclamado el primer ministro.
Estrategia de integración
En los últimos siete años, Polonia ha sido el país de la UE que más permisos de primera residencia a inmigrantes extracomunitarios ha expedido, como recoge el digital Notes from Poland. A finales de 2023, había 1,13 millones de extranjeros afiliados a la seguridad social polaca, lo que supone casi el 7% de todos los contribuyentes al sistema. De estos, el grueso lo forman principalmente refugiados ucranios y ciudadanos bielorrusos, pero el número de personas procedentes de Asia, Oriente Próximo y África también se ha incrementado en los últimos años.
El país carece de una política migratoria que contemple la integración de los recién llegados. La estrategia en la que el Gobierno lleva trabajando unos meses incluirá estos aspectos, para trabajar con “la gente que quiera pagar impuestos e integrarse en la sociedad polaca”, y esté dispuesta a “aceptar las normas y las costumbres polacas”. “Tenemos todo un catálogo de experiencias negativas en los países occidentales. Dejaron a muchos inmigrantes entrar pero en algún punto, omitieron el aspecto de la integración”, ha afirmado. Esta semana, la Comisión Europea ha anunciado que financiará 49 centros de integración de extranjeros en el país.
El Gobierno también quiere fomentar el retorno de los polacos que emigraron a otros países. “¿Por qué una polaca de 18 años o un polaco de 20 que viven en Estados Unidos o Inglaterra no querrían volver aquí?”, se ha preguntado. Con su plan de control absoluto de la migración, asegura, el país “será objetivamente el lugar más seguro de Europa”. El discurso del primer ministro ante su partido, en el que ha repasado los logros desde las elecciones de otoño pasado, se produce cuando el país se dispone a sumergirse en la cuarta campaña electoral en poco más de un año, con la vista puesta en los comicios para elegir presidente en mayo de 2025.