Identificar y visibilizar manifestaciones de violencia en las relaciones de pareja es el objetivo del Violentómetro.
Se trata de una herramienta visual que clasifica conductas agresivas en escalas que aumentan de gravedad e indican situación de alerta.
Fue creada por la Unidad Politécnica de Gestión con Perspectiva de Género del Instituto Politécnico Nacional (IPN) en México y surgió a raíz de una investigación desarrollada entre 2008 y 2009, que analizó la experiencia de estudiantes de nivel medio superior y superior en sus relaciones erótico-afectivas.
Los resultados identificaron formas de violencia que, en muchas ocasiones, se normalizan o minimizan bajo el “velo del amor romántico”.
“Esta herramienta está orientada a identificar expresiones de violencia de género, que a veces son tan sutiles, y a contribuir tanto a su visibilización como a generar una cultura de la denuncia y a prevenir su aparición”, dijo Elizabeth Cabrera, directora de la Unidad Politécnica de Gestión con Perspectiva de Género.
Ninguna violencia puede ser permitida
El Violentómetro está diseñado como una regla que muestra cómo la violencia en las relaciones de pareja puede escalar desde conductas que suelen parecer inofensivas hasta situaciones de riesgo extremo.
En el primer nivel “¡Ten cuidado, la violencia aumenta!”, que corresponde al color verde, están comportamientos aparentemente normales como bromas hirientes, chantaje, celos o ignorar a la pareja, que son vistos como las primeras señales de alerta.
El segundo nivel “¡Reacciona, no te dejes destruir!”, de color amarillo, agrupa acciones más evidentes de maltrato, tanto psicológico como físico, como ridiculizar, controlar amistades o redes sociales, destruir pertenencias, manosear, empujar o cachetear.
Finalmente, en la zona roja, bajo el lema “¡Necesitas ayuda profesional!” se ubican las manifestaciones más graves, consideradas delitos, como amenazar con armas, abuso sexual, difusión de contenido íntimo sin consentimiento, sextorsión o feminicidio.
“Esta herramienta ha permitido que muchas personas que antes consideraban ciertas conductas como normales y naturales, empiecen a enunciar la violencia. Ha sido sorprendente ver cómo al identificarlas, muchos se dan cuenta de que las han vivido a lo largo de su vida, e incluso las han reproducido. La violencia hay que nombrarla siempre por su nombre. Además, cada bloque del Violentómetro incluye frases que impulsan la cultura de la denuncia y se dan cuenta de cómo desde los primeros niveles de la regleta ninguna violencia puede ser permitida” agregó Cabrera.
Del asombro a la deconstrucción masculina
El Violentómetro no solo ha generado conciencia entre mujeres, también ha provocado un fuerte impacto en los hombres que entran en contacto con la herramienta.
“A veces tenemos desde asombro porque muchos hombres, desde sus abuelos o sus padres, han visto cómo se ha reproducido esta violencia, pero no ha pasado absolutamente nada. También, el darse cuenta de que pueden ser violentadores o que en algún momento han ejercido o reproducido esta violencia, es impactante para ellos”, señaló la directora.
Frente a esto, la Unidad Politécnica de Gestión con Perspectiva de Género trabaja de la mano con ellos a través de acciones profundas de sensibilización y procesos de deconstrucción para identificar que estas acciones que están reproduciendo generan un daño.
¿Cómo implementarlo en Costa Rica?
La posibilidad de adaptar el Violentómetro al contexto costarricense requiere de un trabajo previo de investigación y de articulación con las instituciones.
El primer paso, de acuerdo con Cabrera, requiere de un trabajo de diagnóstico y generación de estadísticas que permitan conocer cuáles son los tipos de violencia más comunes en la sociedad costarricense.
“Sería importante que en la exploración del contexto particular de Costa Rica se pudieran aplicar distintos instrumentos, tanto cuantitativos como cualitativos, en los cuales se observen y registren algunas de las principales expresiones de violencia que se manifiestan entre las juventudes de estas sociedades”, señaló.
También insistió en que debe existir un marco jurídico y un protocolo de atención que permita atender los casos detectados.
“Tiene que ir de la mano posterior con un instrumento jurídico que permita establecer un protocolo de atención, establecer cuáles son, desde el orden de gobierno, las instancias que atienden la violencia de género”, finalizó.
El Violentómetro se ha replicado en otros países como Estados Unidos y se ha traducido al inglés, chino, euskera, italiano y lengua maya, consolidándose como una herramienta clave para identificar que la violencia existe en muchas formas.
Aunque aún queda camino por recorrer, su impacto representa un avance significativo en la lucha por la prevención y erradicación de la violencia.