En el barrio Con Dios y el Pueblo, del municipio de Chibolo (Magdalena), este martes 7 de enero quedó marcado como un día de luto. Un menor de tan solo 9 años perdió la vida de manera trágica, al sufrir una descarga eléctrica que conmocionó a toda la comunidad.
Durante la tarde, en esta población del centro del departamento, el pequeño, en compañía de un amigo, jugaba y comía frutas cerca de una vivienda. Sin advertir el peligro, el niño se recostó sobre una lámina de zinc que estaba electrificada.
Según el propietario de la vivienda, un cable de alta tensión que llevaba días caído había hecho contacto con la estructura metálica, convirtiéndola en una trampa mortal.
El impacto de la tragedia
“El niño cayó al suelo sin siquiera gritar. Sólo lo vimos desplomarse mientras la fruta rodaba de sus manos”, relata Rosa Martínez, una vecina que presenció el incidente.
De inmediato, los habitantes del sector corrieron en su ayuda, levantándolo con cuidado y llevándolo ante sus padres. “Fue desesperante. Estábamos llenos de miedo y esperanzas de que se recuperara”, añade.
Los padres, visiblemente angustiados, lo trasladaron rápidamente al centro asistencial más cercano. Allí, los médicos hicieron todo lo posible por estabilizarlo, pero el impacto de la descarga había sido demasiado fuerte. Poco tiempo después, la noticia de su fallecimiento desgarró el corazón de la familia y de todo el barrio.
El padre del menor, con la voz entrecortada, expresó su dolor: “Mi hijo era un niño alegre, le gustaba jugar y siempre estaba sonriendo. Nunca imaginé que algo tan terrible pudiera pasar mientras estaba simplemente siendo un niño”.
Un problema latente: las redes eléctricas en mal estado
Esta tragedia ha encendido las alarmas en Con Dios y el Pueblo, un barrio que desde hace años enfrenta problemas con la infraestructura eléctrica.
“El cable que mató al niño llevaba días caído y nadie vino a repararlo, aunque lo reportamos varias veces. Aquí pagamos la energía, pero nadie se preocupa por nuestro bienestar”, denuncia indignada Gloria Torres, otra habitante del sector.
El caso no es aislado. Los vecinos aseguran que el mal estado de las redes eléctricas representa un peligro constante.
“Varios cables están colgando, los postes están viejos y muchas veces tenemos que arreglar las cosas por nuestra cuenta, porque no hay respuesta de las autoridades”, señala Rafael Gómez, líder comunitario.
Un llamado urgente a las autoridades
Con la muerte del menor, la comunidad ha decidido alzar su voz para exigir a las autoridades locales y a la empresa prestadora del servicio eléctrico que actúen antes de que otra tragedia suceda.
“No queremos que esto quede en el olvido. La vida de este niño no puede ser en vano. Necesitamos soluciones inmediatas”, afirma Gómez.
En medio del dolor, los habitantes de Con Dios y el Pueblo se unieron para acompañar a la familia en el velorio del niño. Las palabras de consuelo y los abrazos no fueron suficientes para aliviar la pérdida de una vida tan joven, pero reflejaron la solidaridad de una comunidad que, pese a las dificultades, se mantiene unida.
El funeral del menor se convirtió en un momento de reflexión colectiva. Una de las asistentes, con lágrimas, expresó: “Hoy fue él, mañana puede ser cualquiera de nosotros. No podemos seguir viviendo con este miedo”.
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Roger Urieles
Para EL TIEMPO Santa Marta
En X: @rogeruv