En la escuela secundaria, Sophie Didier comenzó a quedarse atrás. Le resultaba difícil concentrarse en sus tareas escolares, se sentía inquieta en clase y a menudo se metía en problemas por hablar demasiado.
“Tenía un profesor que me daba paletas de caramelo para que me callara”, dijo.
A los 15 años, un médico le diagnosticó trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH). La medicación le ayudaba, pero descubrió que tener un horario exigente también era importante. Tanto en la escuela secundaria como en la universidad, sus notas mejoraron cuando compaginaba la práctica del lacrosse y otras actividades extracurriculares con las clases. Estar tan ocupada la obligaba a seguir una rutina.
“Me sentía más organizada entonces”, recordó Didier, que ahora tiene 24 años y vive en Kansas City, Misuri. “Como si tuviera un mejor control de las cosas”.
Las investigaciones han demostrado que los síntomas del TDAH pueden cambiar con el tiempo, mejorando y luego empeorando de nuevo o viceversa. Y según un estudio publicado recientemente, tener responsabilidades y obligaciones adicionales se asocia con periodos de TDAH más leves. Esto podría significar que mantenerse ocupado había sido beneficioso, dijeron los investigadores. También podría significar simplemente que las personas con síntomas más leves habían sido capaces de hacer frente a más exigencias, añadieron.
A menudo, las personas con TDAH “parecen tener mejor desempeño cuando hay una fecha límite urgente o cuando hay mucho en juego”, dijo Margaret Sibley, profesora de psiquiatría y Ciencias del comportamiento en la Facultad de Medicina de la Universidad de Washington en Seattle, quien dirigió el estudio.
El estudio, publicado en línea en octubre en la revista Journal of Clinical Psychiatry, realizó un seguimiento a 483 pacientes de Estados Unidos y Canadá, que presentaban una combinación de síntomas de TDAH de tipo inatento e hiperactivo-impulsivo. Los investigadores siguieron a los participantes durante 16 años, comenzando a una edad media de 8. Descubrieron que alrededor de tres cuartas partes de los pacientes experimentaron fluctuaciones en sus síntomas, generalmente a partir de los 12 años, que incluían una remisión total o parcial de los síntomas.
Sibley dijo que era más probable que esos periodos de remisión se produjeran en épocas de vida exigentes. Por ejemplo, quienes trabajaban o estudiaban a tiempo completo, criaban hijos, vivían de forma independiente o tenían obligaciones económicas con otras personas tenían más probabilidades de que sus síntomas mejoraran.
Craig Surman, director del programa clínico y de investigación sobre el TDAH en adultos del Hospital General de Massachusetts, quien no participó en el estudio, advirtió que no a todas las personas que padecen el trastorno les resulta útil mantenerse ocupadas. La forma en que los síntomas reaccionen dependerá de si las capacidades y puntos fuertes de la persona se ajustan bien a lo que se espera de ella como estudiante, empleada o cuidadora.
Una limitación del estudio de Sibley fue que los investigadores registraron las “exigencias ambientales” de cada persona en intervalos de dos años, en lugar de examinarlas con más frecuencia. Además, no se les preguntó a los participantes sobre las habilidades de afrontamiento que habían adquirido a lo largo de los años; por ejemplo, hacer ejercicio con regularidad o practicar algún deporte, que pueden ayudar a controlar los síntomas del TDAH.
“A algunos estudiantes de secundaria con TDAH les va mejor cuando están en temporada deportiva que en receso”, dijo Douglas Tynan, psicólogo clínico de niños y adolescentes con sede en Delaware, quien no trabajó en el estudio. “No solo están más ocupados y tienen menos tiempo libre, sino que también tienen una dosis alta de actividad”.
Señaló que quienes tienen TDAH pueden presentar dificultades con tareas tediosas, como las domésticas, independientemente de lo ocupados que estén. Para estas personas, el uso de estrategias para mantenerse organizadas, como las listas de tareas pendientes, también es necesario, no solo al cambiar de una actividad a otra, sino también al retomar una actividad ya en curso.
Abby Balderson, de 44 años, quien vive en Virginia Beach, dijo que ha tratado de construir su vida de una manera que ayude con su TDAH, diagnosticado en la infancia.
Para funcionar bien, necesita que su día esté planificado, con breves momentos para relajarse mientras pasa de una parte del día a la siguiente. También funciona mejor si se acuesta y se levanta a la misma hora.
“No hay mucho caos”, dijo Balderson, quien pudo reducir su dosis de Concerta hace unos años. “Cuando mi horario es más ajetreado y predecible, creo que a mi TDA le va mejor”.
La clave, dijo Sibley, es averiguar qué funciona para ti.
“Si puedes poner las cosas correctas en tu vida, puedes maximizar la probabilidad de mantener a raya tu TDAH”, añadió.
Sophie Didier, de 24 años, fue diagnosticada de TDAH cuando cursaba la secundaria. Descubrió que tener una agenda apretada que incluía deportes le ayudaba a sacar mejores notas. (Arin Yoon/The New York Times)
Para Abby Balderson, la repetición y las rutinas ayudan a disminuir la intensidad de su TDAH, así como “saber cuándo necesitas un descanso”, añadió.