En la reciente reunión celebrada en Uruguay entre el 3 y 4 de octubre sobre “Ética de la Inteligencia Artificial en América Latina”, se aprobó la denominada Declaración de Montevideo respecto de este tema y se estableció una hoja de ruta en cinco aspectos considerados como estratégicos, a nivel de los países, para abordar este tema. Estos ejes son: 1. Gobernanza y Regulación, 2. Talento y futuro del trabajo, 3. Protección de grupos en situación de vulnerabilidad; 4. Medio Ambiente, Sustentabilidad y Cambio Climático; y, 5. Infraestructura. (Véase los documentos referidos en: https://www.gub.uy/agencia-gobierno-electronico-sociedad-informacion-conocimiento/comunicacion/noticias/aprobacion-declaracion-montevideo)
Si bien la Declaración tiene por objeto a los Estados y sus gobiernos, cabe considerarlos también como un cuadro de actuación para las universidades de nuestro país, en especial las universidades oficiales y otros centros importantes como la SENACYT o el ITSE, por mencionar dos entidades conspicuas, amén de otras dependencias con responsabilidad en el tema como la Dirección de Innovación Gubernamental entre otras.
En el caso de las universidades oficiales, cobra mucha relevancia, a nuestro entender, los temas referidos a los 3 de ejes (dos, tres y cinco), como los más relevantes y pertinentes a las tareas universitarias. En este sentido vale la pena indicar los productos esperados, por la hoja de ruta para cada uno de ellos, pues es evidente que no podrán alcanzarse, al menos en Panamá, sin la colaboración y coordinación con las universidades, tanto para el trabajo colaborativo como para la proporción de insumos. Veamos.
En el eje referido al talento humano y al futuro del trabajo, los resultados esperados atienden a: trabajo: a) Marco para la alfabetización y aprovechamiento de la IA; y b). Ciclo de talleres: IA para líderes y tomadores de decisión. Referidos a las universidades es importante empezar la alfabetización referida en los cuerpos docentes y en la comunidad de estudiantes, y organizar talleres, webinars y conferencias para tales actores, iniciando por las máximas autoridades, a fin de que puedan direccionar correctamente el quehacer universitario en esta materia.
Por lo relativo al eje de “Protección de los Grupos Vulnerables”, la Declaración y la Hoja de Ruta, atienden en especial temas de desigualdad de género, así como el acceso diferenciado para grupos éticos en situación de desventaja, entiéndase grupos afrodescendientes y pueblos originarios, donde el “gap tecnológico” es muy grave, especialmente en un país tan asimétrico en cuanto a su desarrollo humano como es Panamá. En este sentido no basta con levantar un mapa sobre racismo y discriminación -que es necesario- sino incluir tales aspectos en lo atinente a la propia alfabetización sobre IA a fin de tomar consciencia desde las comunidades universitarias y sus gestores sobre las carencias y necesidades especiales en tales materias.
Finalmente, en campo de la Infraestructura de la IA, resalta muy pertinente levantar en cada institución un inventario de recursos para afrontar los retos de la IA, en especial de infraestructura de alta computación y alto desempeño, así como lo correspondiente a la gobernanza de datos para entrenamiento en algoritmos.
Enfaticemos que la IA, como cualesquiera otras tecnologías, pero sobre todo las de última generación, requieren una atención especial a su creación, desarrollo y empleo sobre valores muy claros para una innovación tecnológica que sea genuinamente “ética, inclusiva, sustentable y responsable”.
El proceso mismo de introducción de la TIC de primera y segunda generación deben servir modelo y advertencia, sobre todo en el campo educativo, a fin de no repetir errores y carencias, como los que puso de manifiesto la pandemia del COVID-19, donde las universidades fueron mayormente sorprendidas por un proceso de modernización ralentizado sobre el empleo de las herramientas digitales para la educación a distancia.
Para esta labor son invaluables, a nuestro entender tanto la llamada “Metodología de Evaluación del Estado de Preparación para la IA”, desarrollada por la UNESCO, como la Guía práctica elaborada por la CAF sobre “Diseño de Políticas públicas de IA. Desarrollo de habilitadores para su implementación en América Latina”. Igualmente, importante es coordinar y participar con iniciativas tales como la Agenda Digital para América Latina y el Caribe, así como la Red de Gobierno Electrónico de nuestra región (Red Gealc), tanto para apalancarlas como para evitar redundancias. Obviamente, habrá que hacer las adecuaciones pertinentes a nivel de alcance, pero sin duda es una buena base para que nuestras universidades no se queden atrás.