Conversar con Rodolfo Andrés Betancourt Santos era una clase magistral de humildad, sabiduría y entrega incondicional a las misiones encomendadas, como el anónimo personaje que transmitiera el mensaje a García, que él supo mostrarme en aquella fértil conversación sobre el Grupo Empresarial, la ética y tantos otros temas humanos. Por tanto, no resulta fácil despedir a personas así.
Cuando supe ayer de su partida, a los 66 años, recordé cuánto cariño había sembrado como director de este Organismo durante cuatro años, después de su liderazgo en la Empresa Provincial de Materiales de la Construcción, recién fundado nuestro territorio.
Admira la trayectoria laboral de quien se desempeñaba, al momento de su deceso, como presidente de la Asociación de Combatientes de la Revolución Cubana en la provincia. Fue maestro voluntario y operador de equipos ligeros en la Empresa de Cultivos Varios de Artemisa. Desempeñó el oficio de electricista en la Empresa de Cemento local y le hicieron normador del trabajo en la Empresa Cañera Abraham Lincoln y jefe de Recuros Humanos del distrito.
Rodolfo ocupó diversas reponsabilidades en la UJC y el Partido; alcanzó la condición de funcionario de la organización en el Comité Provincial de La Habana y asistió al cuarto Congreso, celebrado en Santiago de Cuba. Además, fue delegado del Poder Popular en el décimo y onceno mandato de los Órganos Locales.
El liderazgo y fuerza moral de Rodolfo queda impregnado en sus familiares, amigos y compañeros de trabajo. Quienes lo tuvimos cerca en algún momento, evocamos sus enseñanzas y la hidalguía con la cual asumió el desafío de llevar siempre un mensaje de optimismo y cubanía a sus semejantes, sin reparar en obstáculos.