La tecnología avanza a pasos agigantados y el mundo camina con la lengua fuera. Las sociedades descubren nuevas formas de interactuar y las empresas se moldean sus estructuras para no perder el paso. Pero no todas son capaces de conseguirlo, especialmente las más pequeñas. Así lo denuncia el sindicato UGT en la sexta edición de su informe Digitalización de la empresa española, en el que, a partir de los resultados de las encuestas del INE o de Eurostat, entre otras, alerta de que la brecha digital entre las compañías en función de su tamaño siguió acrecentándose, especialmente en lo que tiene que ver con la inversión en inteligencia artificial. Mientras que aquellas con 250 o más trabajadores aumentaron su aportación un 3,14% a principios del año pasado respecto al mismo periodo de 2023, las de 50 a 249 empleados la redujeron un 30,9%.
El informe sindical recoge que el uso de herramientas basadas en inteligencia artificial es una tendencia común entre las empresas españolas, hasta el punto de que su utilización en el último año creció, a nivel general, un 4,65%. Sin embargo, el uso mayoritario de estas nuevas tecnologías lo realizaron las grandes empresas, aquellas con más de 250 trabajadores (45,29%), muy por delante de las medianas (21,17%), las pequeñas (9,54%) y las micro (7,48%). También, que entre aquellas con menos recursos, el uso de la IA aumentó tres puntos y el cloud (almacenamiento de información en la nube) en más de un 6%.
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Pese a estos datos, que reflejan la voluntad de todas las firmas por mantenerse hermanadas con las nuevas herramientas de trabajo, la fortaleza de este movimiento, en opinión de UGT, sigue siendo insuficiente para alcanzar un tren que circula a toda velocidad. “El enroque empresarial en cuanto a las nuevas tecnologías es un hecho que se repite año tras año, con diferentes matices, pero continúa protagonizado por la aversión a la modernización tecnológica”, alerta el texto. “Las consecuencias de este desinterés son una economía con menos músculo, menor diversificación y potencialidad, y por todo ello, mucho menos competitiva, lo que nos hace muy dependientes de los ciclos económicos y vulnerables ante futuras crisis”, lamenta.
Para sostener esta denuncia, el informe se agarra a la encuesta de Eurostat (el servicio estadístico europeo) sobre el valor añadido que el sector de las Tecnologías de la información y la Comunicación (TIC) tiene sobre la economía de los distintos países, y en esta clasificación España aparece a cola, con un porcentaje inferior al 4%, y que se ha mantenido prácticamente calcado al del año anterior (cuando fue del 3,6%).
Para tratar de averiguar las razones detrás de esta falta de motivación tecnológica en las empresas, el informe de UGT recoge las respuestas a un análisis realizado por la firma Ionos, en el que se concluye que un 68% de las empresas afirman que los costes representan el mayor inconveniente, por delante de la falta de tiempo (61%), la ausencia de conocimientos (61%) y del temor ante la seguridad y la protección de datos (59%). Estos resultados se complementan con los que ofrece el INE, y que evidencian que el mayor obstáculo de las empresas para implementar procedimientos en TIC es la “falta de conocimientos especializados” con 79% de compañías en sintonía con este argumento.
Este freno está desembocando en que la incorporación de perfiles laborales tecnificados se haya rebajado sintomáticamente durante los últimos años. De acuerdo con el informe de UGT, la presencia de expertos en TIC entre las empresas españolas se ha reducido al 15,7%, la cifra más baja desde 2007 y once puntos menos que en 2015. Entre 2023 y 2024 esta presencia cayó en casi un punto, acumulando tres ejercicios consecutivos en declive. Disgregando por tamaño, en las pequeñas (10-49 empleados) hoy solo quedan la mitad de estos trabajadores cualificados que en 2014 ―en una década se ha pasado del 20% al 10%―. E incluso en las grandes empresas se constata un frenazo en la contratación. Una presencia mínima en las plantillas (14,6%) que ha situado a España en el vagón de cola entre los Veintisiete, solo por delante de Rumania (13,2%) e Italia (12,4%).
Menor competitividad
Otro de los apartados más ilustrativos del estudio tiene que ver con lo que se denomina como brecha comercial, que mide la diferencia entre el negocio digital que se genera en España y el que se produce fuera de las fronteras. Teniendo en cuenta estas dos variables, el negocio nacional se quedó en el 30,2% en 2023, retrocediendo dos puntos respecto a 2022, y más de 10 respecto a 2014 (cuando entonces era del 41,6%). “Este enorme agujero representa a la perfección el angustioso estado de la competitividad digital de nuestras empresas”, explica el informe. “Más allá del enorme poder de los gigantes digitales, que acaparan una gran parte del mercado de forma oligopólica ―un mal común para toda Europa y que atenta contra la capacidad geoestratégica de la UE― lo cierto es que a nuestras empresas les cuesta mucho entrar a competir en el mundo online (y luego mantenerse en él)”, añade.
Para tratar de paliar la brecha entre grandes y pequeñas empresas, el texto apuesta por “añadir nuevas líneas de acción” que se sumen a la entrega de ayudas públicas, campañas de financiación y patrocinios institucionales actuales. “Transformación digital tiene que acabar significando prosperidad para todos y no solo crecimiento para unos pocos. Y de ahí la necesidad de celebrar procesos de diálogo, interlocución, negociación y consenso”, concluyen. “Debemos dar incentivos a las empresas para que aumenten radicalmente su inversión en nuevas tecnologías, introduciéndolas de verdad en sus procesos productivos, en las cadenas de valor y en la forma de organizarse y hacer negocios, y siempre desde una perspectiva integral, rigurosa y perdurable”, remacha el texto.